Estimados paisanos:
Villahermosa enfrenta como toda ciudad que se hizo vieja, los desafíos que le plantea el tiempo, su errático crecimiento y la obsolescencia, que le han venido heredando zonas con una gran precariedad urbana, otras en abandono o en franca decadencia o subutilizadas y una pésima movilidad a la falta de una infraestructura vial que responda al descuido del crecimiento urbano.
Una regeneración urbana con propósitos de modernización y de darle una nueva dinámica económica a la ciudad ya es inevitable, no podemos seguir postergando una respuesta que reclaman miles de voces que desean vivir mejor.
Si se puede, en el pasado se ha logrado por la voluntad de gobernantes visionarios que tuvieron la osadía de correr los riesgos para llevar a cabo regeneraciones urbanas que le dieron nueva vida económica a la ciudad.
Recordemos a Carlos Alberto Madrazo Becerra que no solo la embelleció, sino que le dio luz, la hizo funcional y la proyectó al futuro, llevó a la ciudad a una “nueva época”; Mario Trujillo García “rompió paradigmas” con la Zona Remodelada, -hoy Zona Luz- en la actividad comercial en zonas peatonales dándole “un nuevo impulso económico a Villahermosa” y la construcción del periférico que amplió la frontera urbana de la ciudad con sus glorietas y controvertidos monumentos.
Leandro Rovirosa Wade nos puso en el mapa nacional con sus grandes proyectos de Tabasco 2000, el CICOM, museos, teatros, oficinas públicas y dotando de una mejor movilidad a la ciudad, con su gestión urbana se dio un “gran salto hacia el futuro” y nueva vida económica a la ciudad; y con Don Enrique González Pedrero llegó el momento de darle brillo con el imponente Centro Administrativo de Gobierno de Tabasco 2000, el bello parque de Tomás Garrido Canabal y la majestuosa e imponente Biblioteca José María Pino Suárez, de la mano con la genialidad creadora de Teodoro González de León, para entrar a “un nuevo tiempo” en el que la arquitectura logró su lugar en nuestra gran ciudad.
Estos gobernantes por señalar algunos, marcaron épocas, tengo confianza de que por las acciones de esta nueva administración estemos entrando a una “nueva época”.
El gobierno estatal de la mano con el federal ha dado los primero pasos con la construcción de los distribuidores viales de la Avenida Universidad y el del Guayabal, la renovación de los malecones de Las Gaviotas y el de la ciudad pretendiendo alcanzar el rescate de importantes espacios públicos en franco abandono, anunciando a su vez nuevos puentes sobre los ríos Grijalva y Carrizal que mejorará sensiblemente la movilidad y más conectividad hacia la periferia, entre otras acciones.
Debemos de aprovechar esta iniciativa gubernamental para ir más allá ahora que nuestra ciudad da muestra de agotamiento económico, un desordenado crecimiento demográfico y una evidente marginación social, requiriendo de una fuerte intervención pública y privada, para una regeneración urbana que nos lleve a despojarnos del viejo que venimos cargando y entrar a esa tan ansiada “nueva época”.
Para encarar este desafío, primero hay que subrayar que se requiere atreverse a modificar el actual modelo de desarrollo urbano de la ciudad por uno que le de luz a Villahermosa y un nuevo magnetismo que atraiga a los inversionistas, hombres de negocios y a los turistas para una mayor actividad económica.
Y en segundo lugar, hay que tener el valor y la audacia para demoler todo lo que no funciona para dar paso a una nueva infraestructura urbana para la modernidad de sus avenidas, parques, jardines, barrios, zonas habitacionales, recreativas, comerciales, turísticas y de gobierno para una mejor calidad de vida y que regrese la prosperidad.
Cuando la gran inundación del 2007 que destrozó la infraestructura de la ciudad, los negocios que le daban vida económica y el equipamiento urbano, pensé que era una oportunidad extraordinaria para tomar decisiones de fondo para levantar el ánimo social modernizando una ciudad hecha pedazos y reactivar nuestra economía después del desastre.
No pasó absolutamente nada, a pesar de que los ojos del mundo con sus gobiernos, fundaciones, instituciones financieras, bancarias y de ayuda humanitaria estaban puestos en nosotros, el presupuesto federal fue espléndido y la solidaridad ciudadana era manifiesta.
Hoy estamos nuevamente ante otra gran oportunidad para salir de la crisis económica a la que nos llevó la otra crisis, la sanitaria por el COVID 19, para la que planteo un ambicioso plan de regeneración urbana que nos ponga en ruta hacia el futuro y en marcha el poderoso motor de la industria de la construcción para generar una gran derrama económica y miles de empleos para nuestra gente, que buena falta nos hace.