El Tutupiche

Murió la reina Isabel II de Inglaterra y vino a mi disparatada mente: ¿Cómo hubiera sido la noticia de su fallecimiento a los 96 años, si el hecho y su reinado hubieran sucedido en Villahermosa?
Para empezar, acá todos la llamaríamos doña Chabe o Chabelita, y sin duda que el protocolo para anunciar su muerte (si su castillo estuviera en la zona residencial de Indeco) hubiera sido: ‘El Puente La Pigua ha caído’, ahora que, si estuviera instalado en la exclusiva zona de Las Gaviotas, cambiaría a: ‘El Puente Grijalva I y II han caído’, solo que aquí la maleantada, hubiera tirado de verdad el puente asignado.
En sus últimos días la Reina, por prescripción médica, a cargo de los doctores Humberto Azuara y Chuy Ruiz Macosay, desayunaría una mínima porción de tamalitos de chipilín, enviados desde Palacio Nacional, por cortesía del Pejidente; al medio día su chorote con dulce de oreja de mico, y en la noche su café en taza de té, con una mini concha, un millón de veces más chica que la de Alito.
Hago un paréntesis (aunque ya están hechos todos), para comentar que Alito dijo hace unos días: ‘El que esté listo para morir por su país, que pase al frente y firme, y yo ya firmé’; y mientras la reina Isabel II fue la única que dio un paso al frente y cayó sin vida, Alito ya había firmado, pero su apoyo para que El Ejército siga en las calles hasta el 2028, a cambio de no ir a la cárcel y de dirigir ‘el Instituto para ya no quitarle todo lo que dicen, se robó en Campeche’, además de cortar el listón de clausura de sus audios en los ‘Martes del Jaguar’, con la yutuber convertida en gobernadora, Layda Sanbotox.
Regresando, no los millones que se llevó Alito, sino con las comidas de la reina Chabe, las tres serían acompañadas de su copita de Micaña, que tanto le gustaba y que la mantenía lonjeva.
Al morir doña Esa (nombre coloquial que le daríamos los chocos), empezarían a circular un sinfín de fotos donde recibió a personalidades tabasqueñas, entre ellas al poeta Carlos Pellicer, a los compositores Manuel Pérez Merino, Chilo Cupido, Pepe del Rivero y Paco Solís, fotógrafos, pintores y escultores: Hermilo Granados, Fontanelly y Ventura Marín, a los músicos Chicoché y Karmito, a los artistas Manuel López Ochoa, Hilda Aguirre, Regina Torné, Carlos César Gil ‘El Jinete de la Pradera’, y a los locutores Chuy Sibilla y Luis Illán.
Así también a deportistas como Arturo León y Canek, y a famosos en diversos ámbitos, como: Brígida, José El Cieguito, María Pons, doña Juana la pastelera, Tembeleque, Budín, Pancha Limonchi, Juan Sapo el del Sumbarino, Choco Nico, Choco Tabasqueño, Pepe Rocanroll, Lic. Pérez Nieto, Manrique, Corzo, Frijolón, así como a su entrañable amiga Dora María, además de todos los gobernadores, desde don Pancho Santamaría hasta el Capi Merino, y tochos los presidentes de México a partir de Miguel Alemán y hasta al Papa cuando vino en 1990.
Obvio que a su sepelio iría el triple de la gente que acompañó a Chicoché, la sepultarían al ritmo de ‘Mis Blancas Mariposas’, entre otras melodías, finalizando con ‘Amanecer de mi Tierra’, por la parte que dice: ‘Amanecer cuando muera/ quiero que cubra mi fosa/ esa ilusión hechicera/ que se admira en Villahermosa…’,
No faltarían los novenarios ni el levantamiento de sombra que tanto se acostumbra en nuestra tierra, con pozol y dulces al mediodía, café con piquete, incluso de mosquitos, acompañados de trocitos de manea, en las noches, para los asistentes, de los cuales muchos llevarían bolsas o ‘toper’ pa´ acarrear comida.
Los Sibilla a través de Telereportaje, el Criollo y el Sol de Tabasco, cubrirían los diez días del alboroto, las 24 horas, de manera ininterrumpida, sin importar que en el intento pudieran fallecer algunos reporteros, mientras que Los Maney, Karmito Jr., Chemaney, Eugenio Flores, Niña Blanca, El Pulpo de los teclados y los Karracha celebrarían con un maratón musical desde el Castillo de la Reina hasta el Recinto Memorial.
En seguida el Oxxo pediría el redondeo para hacerle una estatua frente a su Castillo, el Mago Chong Tall le pondría unas alas especiales en el parque Tomás Garrido, además de su famoso ‘km de ayuda’ desde el castillo hasta el Recinto Memorial, y en los apoyos de Bienestar, descontarían un peso por cliente, pa´ que subiera al trono su hijo Carlos III, mejor conocido por toda la broza como ‘Carlangas o Charly’ (pero no Valentino); ese día lo haría con la rola de ‘Guíndame la hamaca’.
Así sería, de existir la monarquía choca, de sangre azul turquesa, mientras Carlangas, escupiendo diría: ¡fuchi caca, la pobreza!