LA POSTA
PRIMERA. Con Alicia Maguiña en el restaurante-bar La Palizada de Lima, conocí y sentí de cerca la música criolla y andina del Perú. Casada con un mulato talentoso, el genial guitarrista barranquino, Carlos Hayre, ella de noble cuna y él humilde plebeyo, como dijo Felipe Pinglio Alva, en su famoso vals peruano El Plebeyo interpretado con gran éxito en México por Pedro Infante, representaban lo que era y es el Perú, un portentoso mestizaje unido por las coincidencias, la pasión y el amor. En uno de sus discos que me autografió, Alicia dice con esmero: “Para Juan José, hermano mexicano, estas canciones nacidas de lo más profundo con toda sinceridad”. Carlos murió en 2012 y Alicia, figura imprescindible de la cultura peruana, en septiembre de 2020. Pordiositosanto.
SEGUNDA. Los peruanos ven a los mexicanos como hermanos, con respeto y admiración. Los restos del conquistador, Francisco Pizarro descansan en la catedral de Lima y los del sacerdote mexicano, José Mojica, en la antigua cripta de los Venerables en las catacumbas del museo convento San Francisco de la misma ciudad. Para los turistas mexicanos, es obligado visitar la cripta de Mojica, actor, cantante y sacerdote de la Orden Franciscana nacido en San Gabriel, Jalisco, la misma tierra que vio nacer a Juan Rulfo. La misión de Mojica en Perú fue más allá de los rezos y misas, se ganó el aprecio de los peruanos mediante una intensa labor social y pastoral aprovechando su popularidad como actor y cantante para reunir fondos en favor de la iglesia católica y sus actividades de beneficencia.
TERCERA. Dos de las civilizaciones más grandes del mundo, los aztecas y los incas, fueron eclipsadas por la llegada de culturas europeas; México y Perú tienen firmado un tratado de libre comercio desde 2015; el costo de la vida en Perú es 14 por ciento más barata que en México; el promedio de vida de los peruanos es dos por ciento mayor que el de los mexicanos; el PIB de México es seis veces más grande que el de Perú; según datos de la CEPAL, la tasa media de pobreza rural en México es más alta que en Perú, incluso más alta que en toda la región. Históricamente las relaciones de México con el gobierno de Perú han sido amigables y respetuosas, igual las relaciones de los mexicanos con los peruanos. En lo que se han dado roces es en materia ideológica, como sucedió cuando vino Mario Vargas Llosa a México y sostuvo una charla con intelectuales mexicanos, entre otros, Octavio Paz.
CUARTA. El escritor peruano, premio Nobel de literatura, bautizó al gobierno del PRI como la “dictadura perfecta”, marca que sirvió de plataforma de ataque de la oposición contra los llamados neoliberales hasta ganar la Presidencia. En la misma charla, Vargas Llosa criticó a los intelectuales orgánicos mexicanos que, a cambio de permanecer callados ante los abusos del poder recibían cargos diplomáticos, en clara referencia a Paz. Hoy los que permanecen callados a cambio de privilegios y cargos son los legisladores de Morena y los funcionarios públicos del gobierno de la 4T incluidos diplomáticos.
LA CAMINERA. Hoy, nuevamente la ideología incide en las relaciones entre ambos países cuando el presidente de México, (que no los mexicanos), interviene de palabra y obra en los asuntos internos de Perú. De ser, al contrario, que Perú intentará intervenir en asuntos internos de México, con toda seguridad la reacción del presidente mexicano sería más violenta y abierta que la expresada sarcásticamente por la presidente interina peruana. Intervenir y exportar odio, rencores y violencia como se observa hoy, no había sido la práctica de la política exterior de México, al contrario, siempre defendía con hechos el principio de autodeterminación de los pueblos.
Anótelo como otro de los importantes y desastrosos “cambios” impuestos por el gobierno de la 4T. Sea por Dios.