LA POSTA

 

CARTA BLANCA HELADA. “En Nuevo León escasea el agua potable don Pasho”. “En Tabasco también don Lesho”. Creí que lavar el coche con cinco litros de agua era el colmo de la desidia y el abandono sanitario, pero conocí a un pariente que lo hacía con solo una franela mojada. “Eso no es nada”, me dijo un apreciado amigo: “Yo lo lavo con saliva y lo seco con una servilleta”. Este diálogo se dio a propósito de los cuatro días sin agua que nos tocó padecer por el rumbo de Saloya segunda, Nacajuca, conocida burocráticamente como zona metropolitana. Me pregunté, como se pregunta cualquiera a sí mismo en caso de duda irracional: ¿Este es el futuro que nos espera por la escasez de agua potable? Pordiositosanto.

UN CAMPECHANEADO. Del fraccionamiento Pomoca, Los Naranjos y Guayacán a Tierra Colorada, son 3.5 kilómetros de carretera cruzando el puente sobre el río Carrizal que marca los límites del municipio de Centro y Nacajuca, decretada Zona Metropolitana con el fin de que ambos municipios sean atendidos con la misma influencia política, al menos esa era la razón de los legisladores cuando se sentaron a platicar qué hacían con uno y otro para evitar celos de los gobernantes municipales en turno.

MANGOLADA DRINK. Por el desabasto de agua, la queja ciudadana se manifestó callada en los dominios de los chontales, sin embargo, no hay mal que por bien no venga, pues se habían registrado desde hace tres años, suspensiones del servicio cada 15 días por roturas en las líneas de conducción de la planta El Mango que suministra el líquido a la Chontalpa chica. El CEAS que dirige Armando Padilla Herrera decidió corregir tres grandes problemas, sustituir las líneas de conducción de pésima calidad por otras de óptima calidad para evitar perder agua y sufrir peor desabasto en plena temporada de estiaje que está por llegar. Más vale sonrojarse una vez y no varias veces.

MARTINI SECO. Lo insólito es que dicen los expertos que por Tabasco pasa el 33 por ciento del agua dulce (o amarga) del país, pero vivimos sedientos. A los tabasqueños nos queda a la medida la canción de Facundo Cabral, esa que dice que “Juan Comodoro buscando agua encontró petróleo, pero se murió de sed”. Políticos y tabasqueños honorables, al estilo de Pellicer, manifiestan orgullosos cuando viajan de regreso a Tabasco: “voy a mi tierra, a mi agua”. Aquí donde el mundo se sigue construyendo según el poeta, en promedio las inundaciones al año nos ponen a prueba seis meses y no tenemos agua ni para bañarnos los otros seis. Incluso en plena temporada de lluvias hay escasez de agua potable.

LA CAMINERA. Agua somos y en agua nos convertiremos, decía mi padre cuando veía caer la lluvia. De niño, me sentía feliz con la lluvia, adoraba que me mojara en pleno campo sin tormentas eléctricas que temer ni resfriado que contraer. El tiempo fue pasando y una noche la tormenta causó un grave daño al negocio familiar de abarrotes, la loza se partió y las mercancías se echaron a perder. A tantos años de esto, después de más de tres o cinco grandes inundaciones, las lluvias recientes llamadas atípicas, acompañadas de fuertes tormentas eléctricas, me causan temor y la escasez de agua, pavor. El desabasto prolongado nos deja una gran enseñanza: debemos reconocer el gran valor del agua, promover su uso racional y buscar urgentemente alternativas técnicas y científicas para aprovechar los enormes escurrimientos que pasan por Tabasco. Sea por Dios.

Por Juan José Sánchez Gálvez

  Egresado de la Facultad de Comercio y Administración de la UNAM. Nativo de Macuspana, Tabasco. Premio estatal de periodismo 1995 en el género de Columna. Mención honorífica Premio Crónica Feria Tabasco 1996; Premio 1999 al Mérito Periodístico de la Asociación de Periodistas Independientes (API) y premio 2000 de la Asociación Tabasqueña de Periodistas (ATP). Reportero, jefe de información y columnista en el diario El Sureste de Tabasco; colaborador en los diarios locales Olmeca, Rumbo Nuevo, Ahora Tabasco y el semanario Jaguar. Coordinador de comunicación social de la CFE, Zona Villahermosa (2000-2009). Incursiona frecuentemente como analista político en diversos medios electrónicos (TV, Radio, RS) de Tabasco. Presentó su primer libro en 2018: La Víspera (crónicas de Macuspana) editado por el Gobierno del Estado de Tabasco y la Secretaría de Cultura.