CHAPALEO
EN UNA de sus visitas a Tabasco allá por 1934 don Lázaro Cárdenas del Rio, en calidad de candidato a la Presidencia de la República y en plena efervescencia política, económica y social, situación en la que el gobernador en ese entonces, don Tomás Garrido Canabal mantenía a la entidad, le dio la categoría de Laboratorio de la Revolución.
TAL VEZ una mala interpretación haya hecho que esta designación se desviara y por eso hoy cada quien la acomoda a lo que más le conviene, olvidándose de dos de sus principales objetivos, el establecimiento de una educación racionalista y la modernización del aparato productivo.
COMO ESTO converge hacia cuestiones sociales y en ninguna de sus partes profundiza la palabra política, aquella rimbombante categoría de Laboratorio de la Revolución se ha ido quedando en desuso, principalmente entre la politicada joven que ya no comulga con viejas tradiciones, sino más bien encuentra acomodo en la esperanza del Dedo Divino; de ahí que los aspirantes a un cargo de elección popular anden a la deriva agarrándose de donde pueden. Se perdió la moral.
AQUEL LABORATORIO del que habló Tata Lázaro hoy, a 90 años de distancia y cuando aún quedan sobrevivientes de aquella época o sus descendientes, la revolución educativa racionalista y la modernización del aparato productivo siguen esperando y confiando en sus nuevas generaciones a las que, por supuesto ya no les preocupa que Tabasco sea o no el Laboratorio de la Revolución, sino alcanzar poder y dinero. Se ha perdido la vergüenza, se ha perdido todo.
Y CLARO que hay más, mucho más, pero por hoy me voy, no sin antes compartirles mi preocupación, ojalá y las prisas de Javier May Rodríguez por ser gobernador no se reflejen en fallas de infraestructura que resulten trágicas en el Tren Maya. SUGERENCIA es tiempo de iniciar auditorías para evitar los pollitos en fuga.