CARTA ABIERTA
Marcelo Ebrard ha dado un paso definitivo en su rompimiento con Morena… y con López Obrador. Las denuncias de una cargada oficial a favor de Claudia Sheinbaum han abierto una enorme grieta en la sucesión del partido oficial, que sólo ha podido ser resanada, en parte, por Adán Augusto. Y la palabra “en parte” es la indicada, porque el aspirante presidencial tabasqueño ha reprobado las declaraciones del excanciller al calificarlas como “una falta de respeto”.
Sintiéndose abandonado por el presidente, a quien le recuerda haberle dado paso en 2011 para ser el candidato del PRD, el ‘Carnal’ deja en el aire una futura renuncia a Morena y su posterior adhesión a Movimiento Ciudadano. Porque no ha sido casual que el coordinador del partido naranja en la Cámara de Diputados, Jorge Álvarez Máynez, haya respaldado las acusaciones de desvíos de recursos públicos para promocionar la imagen de los aspirantes presidenciales morenistas, en particular en favor de Sheinbaum.
Unido al primer círculo de Obrador desde hace al menos 20 años, ligado a la trayectoria de sus tres candidaturas presidenciales, Ebrard imita a su primer mentor político, Manuel Camacho Solís. En 1993, el entonces regente de la Ciudad de México generó un terremoto en el PRI tras no ser el ungido de Carlos Salinas para la candidatura presidencial, la que finalmente recayó en Luis Donaldo Colosio. Luego, Camacho emigró al Partido de Centro Democrático que en el año 2000 lo nombró abanderado a la presidencia. Cerca de él siempre estuvo su secretario particular, un joven llamado Marcelo y apellidado Ebrard, que daba sus primeros pasos en las grandes ligas de la política.
No hay que engañarse: los señalamientos de Ebrard contra Sheinbaum, dejando fuera de la competencia interna a Adán Augusto, adelantan la ruptura definitiva con López Obrador; es el fin del camino. En su lectura interna, la ‘cargada’ para la doctora sería impensable sin el conocimiento del político mejor informado de México.
Las advertencias de Ebrard han provocado la inmediata reacción de la señalada. Además de calificarlas de falsas, doña Claudia ha insistido en mantener la unidad en Morena. Terciando en el conflicto, Adán también criticó a su competidor por la candidatura, pero buscando al mismo tiempo la mesura. No sorprende, porque ahora resulta que el exgobernador de Tabasco es una pieza clave para evitar que AMLO pierda el control de la sucesión.
La opinión pública, pero los morenistas en particular, han mostrado su sorpresa por este movimiento de Ebrard, pensando en que no se atrevería a darlo para no chocar con el presidente y todo su poder. Pues sí que lo ha dado, y ha puesto de cabeza una sucesión que se vaticinaba de rutina, teniendo a todos los aspirantes conformes y dispuestos a lo que viniera. El ‘Çarnal’ ha dejado claro que no permitirá el avasallamiento en favor de la científica. Porque en su largo discurso del miércoles, acusa a Morena de movilizar toda su estructura, incluyendo las encuestas.
En esta línea, habría que preguntarse cuál será la reacción de López Obrador. Por lo visto, tiene dos opciones: hacer caso a los señalamientos para corrigir las acciones de Mario Delgado o dejar que la ‘cargada’ del partido siga operando como hasta ahora.
En el que pudo ser el día de su despedida de Morena, Ebrard ha tenido reproches velados para AMLO y para el dirigente nacional del partido. Ha dicho adiós a la ‘línea’, ha mostrado que no le teme al vecino de Palacio Nacional. Por eso también sus señalamientos a la llamada Cuarta Transformación.
Y lo que son las cosas: en ese ‘choque de trenes’ Ebrard-Sheinbaum, quien emerge como el punto de equilibrio para no llegar a la ruptura total en las siglas oficiales, responde al nombre de Adán Augusto. Ése, al que algunos insisten en negarle, en tono burlesco, cualquier oportunidad de ser el elegido del presidente.