CARTA ABIERTA
Los auténticos líderes políticos deben actuar con integridad y respeto hacia todos los ciudadanos. Por desgracia, este no ha sido el caso de Gerardo Gaudiano Rovirosa, cuya carrera política ha sido marcada por la violencia política de género.
Este incidente es una mancha que no sólo le resta autoridad y calidad moral al excandidato de MC al Senado, sino que también predice el inevitable fin de su carrera política.
El reciente fallo de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, TEPJF, que confirma la sanción por comentarios denigrantes hacia la diputada de Morena, Beatriz Milland Pérez, es un contundente recordatorio de que la violencia política de género no será tolerada.
Con cuatro votos a favor y uno en contra, los magistrados han validado la resolución que obliga a Gaudiano a ofrecer una disculpa pública, tomar un curso de violencia de género y pagar una multa. Además, su nombre será inscrito en el padrón de violentadores por un año y seis meses.
Este veredicto no es sólo un castigo, sino una lección para todos los actores políticos. El hecho de que Gaudiano minimizara las capacidades y la trayectoria política de Beatriz Milland Pérez no solo refleja una actitud retrógrada, sino también una falta de Inteligencia para saber en dónde están los límites de la libertad de expresión.
La actitud desafiante del experredista, quien ha declarado respetar pero no compartir la resolución del TEPJF, evidencia una falta de arrepentimiento genuino. Su insistencia en que la sanción no pone en riesgo su carrera política demuestra una desconexión preocupante con la realidad de su sanción.
Es lamentable que un político con el potencial de Gaudiano haya caído víctima de sus propios errores. Su conducta no solo afecta su imagen personal, sino que también desacredita al partido que representa.
Para el colmo de los intereses personales de Gaudiano, el propio representante electoral de MC, Rafael Ocharán Faudoa, ha señalado que aunque el fallo puede parecer «un poco exagerado», se reconoce la necesidad de castigar todo tipo de violencia.
La sanción debe servir de advertencia a todos los políticos y partidos, admite su propio compañero naranja, recordándole que las acciones tienen consecuencias y que la violencia, en cualquier forma, será castigada.
Esta afirmación es un reconocimiento tardío pero necesario de que el machismo no tiene cabida en la política moderna.
La caída de Gerardo Gaudiano es una lección amarga pero necesaria. Su carrera política está efectivamente terminada… o a punto de estarlo.
: LA RÚBRICA
La política tabasqueña enfrenta un nuevo escándalo de violencia de género, esta vez dentro del Partido Acción Nacional. La dirigente estatal, Jemima Alonzo Que, junto con otros miembros del Comité Ejecutivo Estatal, ha sido declarada culpable de violencia política en razón de género contra la militante Patricia del Carmen Tiul Tamayo y sus hijas menores de edad, según el Tribunal Electoral de Tabasco, TET. En una sesión pública, el TET revocó una resolución anterior de la Comisión de Justicia del Consejo Nacional del PAN, que había desestimado las acusaciones. Tiul Tamayo sufrió acoso sexual y laboral, además de la retención injustificada de su salario, lo que la llevó a buscar justicia ante el TET. La respuesta de Jemima Alonzo, anunciando su intención de defenderse jurídicamente, refleja la negación y resistencia ante un veredicto que busca erradicar prácticas misóginas y discriminatorias en la política. Este caso no solo mancha la reputación del PAN Tabasco, sino que también subraya la urgencia de abordar y combatir la violencia de género en todos los niveles del sistema político.