El reciente libro de Selene Barceló Monroy, Diáspora y Diplomacia: El capital social de la diáspora mexicana en la diplomacia consular, ofrece una mirada profunda y bien fundamentada sobre la relación entre la diáspora mexicana en los Estados Unidos y la diplomacia consular mexicana.
A través de un marco teórico robusto, la autora analiza cómo el capital social puede ser un instrumento clave para mejorar la imagen y las relaciones de la diáspora mexicana en un contexto internacional marcado por estereotipos y prejuicios.
La investigación de Barceló Monroy, presentada en Montevideo, Uruguay, destaca la importancia de integrar la diáspora en las prácticas consulares, sugiriendo que la creación de redes de confianza, normas de cooperación y reciprocidad pueden convertirse en herramientas efectivas de diplomacia pública.
Esta propuesta es especialmente relevante en un entorno donde la imagen de México y su diáspora ha sido históricamente negativa en Estados Unidos, exacerbada por políticas antiinmigrantes y representaciones desfavorables en los medios.
El libro también aborda cómo la diáspora mexicana, que abarca aproximadamente 37.3 millones de personas, puede ser empoderada mediante la infraestructura consular de México en Estados Unidos. Barceló Monroy plantea que esta estructura única en el mundo podría ser utilizada no solo para la defensa de derechos, sino también para cambiar percepciones y estereotipos negativos a través de la construcción de capital social.
A lo largo de la obra, la autora, hija del embajador de México en Uruguay y exgobernador de Tabasco, Víctor Manuel Barceló Rodríguez, combina un análisis metodológico riguroso con un enfoque humanista, resaltando la importancia de la confianza y la conciencia social para el progreso humano. Este trabajo no solo llena un vacío en la literatura sobre la diáspora mexicana, sino que también ofrece herramientas prácticas para el diseño de políticas y programas orientados a la movilidad humana y la migración.
En definitiva, Diáspora y Diplomacia es una contribución significativa que subraya la necesidad de un enfoque más inclusivo y proactivo en la diplomacia consular, uno que vea a la diáspora no solo como un grupo a proteger, sino como un actor clave en la construcción de relaciones internacionales más justas y equitativas.