Tiempo de Política

El planteamiento de la excandidata presidencial de la coalición opositora integrada por tres partidos, PAN, PRI y PRD, de crear “una nueva opción”, deja muchas conclusiones y algunas interrogantes.

Primero, debe precisarse que Xóchilt Gálvez Ruíz expresa un llamado y como tal, como los llamados a misa, lo atiende el que quiera.

No puede calificarse como una convocatoria dado que su votación no estuvo cerrada con la candidata ganadora Claudia Sheinbaum, lo que habría creado la expectativa de que en una segunda elección podría vencer a Morena, el partido en poder de la Presidencia de la República.

El llamado a crear un nuevo partido la pone en modo de “sepulturera” de los tres partidos que la postularon, sus amigos ocasionales de viaje, los que se cooperaron para la gasolina en una fallida aventura para suceder a Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional, quien convirtió a Morena en el tercer partido en repetir inmediatamente primer mandatario después de PRI y PAN.

Sin un ápice de autocrítica de su propia participación y aportación al fracasado intento presidencial, Xóchitl Gálvez lápida a los tres “partidos tradicionales”, al proponer “una opción con la que juntos construyamos el México que queremos, el México con el que todos soñamos. Una fuerza política que sea innovadora, disruptiva, diferente, moderna, que se reserve el derecho de admisión de todos los impresentables”.

Ciertamente las tres fuerzas políticas están en decadencia:

El PRD ya perdió su registro nacional y por lo mismo ya no califica ni para remora. A su dirigente Jesús Sambrano Grijalva lo premian conservándolo en el mando.

El PRI solo ganó un diputado federal de mayoría de 300 posibles. Solo gobierna en un estado y medio: Coahuila en solitario y la mitad de Durango que comparte con el PAN, que aportó la mayoría de los votos. Igualmente, sus militantes permitieron que su presidente, Alito Cárdenas, se reeligiera como premio a su fallida gestión.

El PAN sostiene una confrontación interna y no se observa una autocrítica ni una luz al final del negro túnel que lo ha llevado en declive después de perder la Presidencia en 2012 y gubernaturas importantes como la reciente de Yucatán. Solidario con sus amigos perdedores, el blanquiazul también conserva a su plurinominal dirigente Marko Cortés, pese a las peticiones de connotados panistas de que deje el puesto que no supo honrar.

Es irónico pero explicable que Xóchitl Gálvez sin mayor autoridad moral culpe a los tres partidos del pasado fracaso electoral, para evadir su propia responsabilidad, planteando una “oposición fuerte, decente, digna y con credibilidad”, es decir, de lo que carecen sus anteriores impulsores en la pasada candidatura presidencial.

Y remata: “Los mexicanos necesitan una oposición con credibilidad. Por eso, y por todo lo que están haciendo con el país, vamos por la construcción de una nueva opción”

Por ello, surgen las interrogantes:

¿Fue solo idea suya el proponer la creación de un nuevo partido? ¿Si no se fue por la libre, quiénes política y económicamente la respaldarían?

¿Después de las palizas electorales, ya jubilaron al gerente de la oposición mexicana, Claudio X. González, el rebautizado presidencialmente como “El Junior Tóxico”?

 

TIEMPO FUERA.- La oposición caminará cuesta arriba para borrar su pasado, porque carece de líderes, de cuadros con opción de ser candidatos a cargos de elección popular, de discurso y lo peor de todo, de una autocrítica seria para enmendar el camino.