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El día de ayer, en la capital del Estado de Tabasco, Villahermosa, se suscitó un evento más de violencia y de asesinato, la víctima resultó ser un empresario joven llamado Mario Peralta Jiménez.
El móvil del crimen fue robarle una cantidad importante de dinero que acababa de retirar de una sucursal bancaria.
Ese móvil no ha sido sólo uno que haya sucedido en Tabasco. En el pasado han existido una diversidad de asaltos similares, pero afortunadamente sin víctimas, pero ahora si la hubo, y ayer se dio a conocer esta mala noticia debido a que la víctima era una persona muy reconocida en la sociedad tabasqueña como persona, honorable, noble, buena, trabajador, buen hijo, excelente padre de familia, en fin, una pérdida que creemos injusta y que dolió mucho a la sociedad tabasqueña.
La causa de este hecho es indudablemente debido al clima de inseguridad que prevalece y se ha acentuado, no solamente en Tabasco sino en todo el país.
De todos esos sucesos parecidos en el pasado, las autoridades dicen que las van a investigar, pero jamás se han dado a conocer si se hizo algo, o mínimo, alguna resolución positiva al respecto.
Después de la tragedia, vienen las opiniones de la gente y opinan lo de siempre, que alguien que está dentro de la institución bancaria, pasándose como cliente quien supuestamente le da el “ pitazo” a los maleantes.
Pero hay suposiciones que radican en este último esquema, que son vigilados los cuentahabientes dentro de la institución y se dan cuenta de la cantidad de dinero que retiran en efectivo. El aviso al delincuente se da de inmediato, pero hay dudas al respecto. La gran mayoría de los bancos ahora tienen zonas muy privadas para realizar las operaciones o sea entregar o recibir dinero en efectivo.
Por lo tanto, cobra fuerza otra opinión, que el aviso provenga de algún cajero.
Y si fuera, así, habría que tomar por parte de las instituciones bancarias medidas fuertes, pero necesaria.
El no permitir que los cajeros tengan un celular en sus manos, cuando estén efectuando su delicado trabajo.
Estos dispositivos deberían de ser entregados al Gerente en turno a la hora de la entrada y devolverlos a la hora de salida del ejecutivo cajero. Sin distinción alguna.
Esa sería una solución muy sencilla pero efectiva para resolver las dudas que siempre han permanecido en la mente de los ciudadanos, cuando conoce ese tipo de sucesos.
La sospecha persiste, desafortunadamente y más ahora cuando la víctima resultó una persona inocente y honesta.
Ojalá que ahora sí, haya justicia.