La renuncia de Roberto Romero del Valle a la presidencia del Consejo Político Estatal del PRD ha abierto una nueva fractura interna en el ahora desarticulado partido, el mismo que gobernó el sexenio pasado. Juan Manuel Fócil no sólo ha obligado a la renuncia del excoordinador de la bancada local, Agustín Silva, sino que igual ha abierto otro frente, esta vez con Gerardo Gaudiano.
Como una figura allegada al ‘gaudianismo’, Romero del Valle representaba el equilibrio de poderes en el Sol Azteca, ya que el dirigente formal, Javier Cabrera Sandoval, atiende los intereses de ‘focilismo’ tras haber llegado a ese cargo por obra y gracia del polémico senador.
Por lo visto Fócil no piensa en los equilibrios de poder en un partido que considera como suyo, si bien el gobernador Arturo Núñez se lo arrebató por ocho años (los seis del régimen nuñista y dos más con el dominio de Agustín Silva, allegado al exgobernador).
Al poco tiempo de haber llegado a la dirigencia, Javier Cabrera comenzó a boicotear el trabajo del ‘gaudianista’ Roberto Romero del Valle. No se le invitaba a reuniones partidistas, no se le informaba de los acuerdos y ni siquiera se le daba el trato de respeto que su cargo merecía. En una palabra, se le aplicó la ‘ley del hielo’ a fin de hacerle entender que era una persona ‘non grata’.
Romero entendió el mensaje y prefirió retirarse por voluntad propia antes que crear un nuevo cisma. Porque la otra opción era apostar a un abierto enfrentamiento con el presidente del partido.
Desde luego, el desdén de Javier Cabrera no fue producto de un capricho personal o una ocurrencia. No hay que tener tres dedos de frente para entender que se trató de una acción avalada por Juan Manuel Fócil a fin de tener completo control.
No deja de sorprender la maniobra ya que hasta entonces se pensaba que Fócil y Gaudiano mantenían esa alianza que sellaron a principios de este año. Una fotografía dándose la mano fue la prueba de que enfrentarían juntos el dominio de Agustín Silva y el dirigente Darvin González Ballina.
En la campaña a la gubernatura, Fócil fue uno de los principales apoyos de Gaudiano, dando la cara por el partido cuando José Antonio de la Vega desapareció de pronto de la escena pública, secundando la actitud de un Arturo Núñez cruzado de brazos ante el empuje del candidato de Morena, el ahora gobernador Adán Augusto.
Cuando el exoperador político de Gaudiano, Juan José Martínez Pérez, fue detenido por presuntos actos de corrupción en su paso por la dirección del Tecnológico de Comalcalco, el senador exigió transparencia en el proceso judicial y evitar una cacería de brujas con tintes políticos.
Por eso sorprende, y mucho, que haya optado por hacer a un lado a quien se suponía era su compañero de lucha en la reestructuración del partido. La acción de Fócil ha debilitado aún más la posición de Gaudiano porque este se ha quedado sin el único canal de comunicación que le quedaba para resurgir políticamente.
La renuncia, forzada, de Roberto Romero del Valle es una clara señal de que el absolutismo de Fócil se ha hecho presente de nuevo en el Sol Azteca.
Al parecer, el senador ha optado por dirigir al partido bajo sus propias condiciones y sin resistencia a la vista. Algunos dirían que su proceder ha significado una humillación directa a quien fuera el segundo político más poderoso e influyente en el Gobierno de Núñez.
Cómo cambiaron las cosas en cuestión de meses: ahora es a Gaudiano a quien le toca llamar a la puerta del senador.