El dirigente provisional de Morena en Tabasco, Pedro Hernández Jiménez, sigue a la espera de que llegue su sucesor, el responsable de gestionar el proceso interno para elegir a los candidatos que aparecerán en las boletas electorales el próximo año.
Hernández Jiménez ha mostrado rectitud y lealtad al partido, pero está consciente de la importancia de dar el paso siguiente, ese que consiste en nombrar al nuevo presidente estatutario.
La urgencia en este sentido es clara, porque mientras los partidos de la alianza opositora (PRI-PRD-PAN) están concentrados en aceitar su maquinaria para recuperar los espacios perdidos en la pasada elección, en Morena falta un interlocutor válido ante las decenas de aspirantes que han levantado la mano.
El dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, debe resolver el asunto en lo inmediato porque de lo contrario se seguirá perdiendo un tiempo valioso, tiempo que será dificil de recuperar frente a sus adversarios políticos.
Mario Delgado se había comprometido a resolver el asunto de las dirigencias estatales de todo el país, entre las cuales hay algunas de carácter interino, provisional o a punto de vencer su periodo. En este análisis, el colimense haría bien en poner el caso de Tabasco en sus prioridades… por todo lo que ello implica.
Ganar Tabasco será para Mario Delgado casi una obligación por ser la tierra del presidente Obrador. Lo peor que podría pasarle al nuevo presidente del partido es registrar un resultado adverso en una plaza tan simbólica en el régimen de la 4T. Y es que ya no tendría el fuelle suficiente para una gestión que recién ha comenzado.
Los muchos aspirantes morenistas a alcaldes, diputados y regidores necesitan de un interlocutor válido en el proceso electoral. Morena Tabasco requiere darle seriedad a la postulación de los candidatos con todo lo que ello implica: capacidad política, conocimiento del entorno, una buena mano izquierda y dotes de negociación en todos los niveles.
En ‘radio pasillo’ de Morena se comenta desde hace mucho que el más indicado para ser el nuevo presidente del partido es César Burelo. Sí, el mismo que ocupó el liderazgo partidista desde el comienzo del gobierno de Adán Augusto.
Como se sabe, dejó el cargo en aras de evitar una ruptura interna cuando el grupo de ‘Chelalo’ Beltrán y Ena Bolio, comandados por Bertha Luján, amenazaron con desestabilizar el partido para empoderar a Jesusita López.
Una vez pasada la rebelión, se supo que toda esta estrategia iba destinada a permitir que el entonces dirigente nacional interino, Alfonso Ramírez Cuellar, se quedará en el cargo hasta las elecciones de 2021 con tal de imponer a sus amigos y compadres. El tiempo y la leyes le dieron la razón a Burelo, quien siempre calificó esas maniobras como ilegales y contrarias a los estatutos del partido.
Ahora, en pleno proceso electoral, parece el más indicado para tomar las riendas del partido en estos momentos tan definitorios. Más, si se sabe que respaldó de forma clara y abierta la candidatura de Mario Delgado, secundando la postura del gobernador Adán Augusto.
Nada tranquilizaría más al actual dirigente provisional, Pedro Hernández Jiménez, que saber de la llegada del relevo estatutario para enfrentrar el reto electoral. Mario Delgado tiene la palabra en este asunto tan particularmente delicado para el morenismo tabasqueño.
Por lo pronto el tiempo sigue corriendo en contra de los aspirantes morenistas, sin ver un faro en el horizonte.