VECTOR X
Por aquel tiempo, cuando a golpe de rebeldía el caudillo cincelaba el fin del priismo hegemónico, resonaba en la clase política un axioma de trascendencia peyorativamente histórica: si en las elecciones el PRI postula una vaca, gana la vaca. Era mágico el estandarte priísta.
No tendría por qué el mamífero ser referencia del emblema de la dictadura perfecta, pero sus opositores acomodaron la chunga con precisión.
Eso se acabó. La lechera no se pinta más de tricolor. Al igual que muchos políticos desertó, se desafilió de la mafia del poder, brincó la cerca para desvanecer sus manchas y pintarse color marrón. Es la misma vaca convertida a la cuarta transformación, dispuesta a competir (echada) y, por supuesto, ganar.
En la recta final por la definición de las candidaturas a presidencias municipales, diputaciones locales y federales, al partido en el poder no le interesa perfil, arraigo o posicionamiento electoral de sus prospectos. Si acaso revisa incondicionalidad, nada más.
La vaca, mu/ la vaca, mu/ la misma vaca/ tengo una vaca lechera que da leche de verdad/ no la vendo ni la cambio si me la quiere comprar.
Se apuesta en ese partido por cosechar el remanente del efecto AMLO cuya calificación en el terruño aún sigue siendo aprobatoria pese a los desaciertos de la clase gobernante. Es decir, el bovino actúa como rémora, alista ubre, pezuñas, cabeza, cachete y maciza para inscribirse en la contienda, acaso el único de sus esfuerzos.
Tengo una vaca lechera una vaca de veldá/ no la vendo ni la cambio si me la quiere comprar/ la vaca mú, la vaca, la misma vaca.
Damas y caballeros, otra vez a la urnas la misma vaca, ahora con estandarte pejejiano.
La Morralla
Jaime Lastra se reactivó en redes sociales en su camino a la Cámara de Diputados local *** Por el PRI, dicen, nadie le quita una pluri al hijo del ex gobernador Granier *** Otro chelo popular, de apellido Cano, puntea en Cunduacán. Va por la vía independiente. Ya puso a temblar a los fifís *** El delegado de programas federales, Carlos Merino, estira la liga. ¿Dónde te pongo, compadre? *** Hasta la próxima semana.
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