GUAYABERA POLÍTICA
Ocurre en todas partes pero aquí se exagera. Dicen, que porque el tabasqueño es así: abierto, tropical, apasionado, también, que es ofensivo, hiriente y hasta vulgar, porque no le va bien en el hogar, desintegrados muchos, fatalmente quebrados otros.
El caso, amable lector, es que en las redes sociales, en Tabasco, se usa pronto la insolencia y la diatriba, en contra de quienes comparten temas que no resultan del agrado del lector; y, este, en lugar de analizar el contenido para aportar una idea superior o normar de mejor manera su criterio, jala el hilo de la ofensa y la fraseología denigrante, para ensuciar al autor o al personaje que mencione en su escrito.
Estudios de fondo y análisis detallados sobre este terrible fenómeno cultural, han sido hechos por connotados especialistas en ciencias sociales, antropólogos incluidos, quienes no sólo, dicho sea en descargo, han visto lo que ocurre en Tabasco sino en otras latitudes, insertando los resultados en el terreno de la cultura, la educación, la sicología y la sociología.
Una de las conclusiones, de más está decirlo, cala hondo, muy hondo, y golpea el campo sensible de las familias, su origen, composición, participación, duración y destino.
Allí radica, fundamentalmente, dicen los estudios, la principal fuente del triste comportamiento en las redes sociales de cientos de individuos, redes que constituyen un inimaginable avance tecnológico creado no sólo para la comunicación humana inmediata sino para su ilustración y desarrollo.
Desde luego, y es un hecho que se reconoce ampliamente sin ambages, que existen cientos o miles de tabasqueños integrantes de hogares sólidamente formados, estudiosos, reflexivos y extraordinariamente respetuosos.
Una de estas personas que han dedicado tiempo a estudiar el comportamiento de las personas en las redes sociales, es nuestra conocida Romina Valles, autora entre otros estudios, del titulado “Insultar en redes es delito (Y si te insultan, así es como debes de actuar).
Da varios ejemplos, uno de ellos este:
“Una popular “influencer” (Hombre o mujer que influye), subió a Instagram una foto con su nuevo corte de pelo. Al momento, se multiplican por decenas los comentarios del tipo “Horrible”; “Aunque la mona se vista de seda…”; “Me sangran los ojos” o “Qué mal me cae esta pava”.
«En ese mismo instante, en el Facebook de “La Vanguardia”, se emite una entrevista en directo a un actor y humorista. Nada más empezar la conexión, aparecen en pantalla comentarios como “Tiene cara de haber estado de juerga la noche anterior”; “Menuda ‘gilipoyez’”, así escrito, o toda una ristra de comentarios de alto contenido sexual dirigidos a la periodista”.
Se trata de “haters” (odiadores), dice), que atacan sin más con comentarios negativos/ofensivos a alguien a través de las redes, porque aquel personaje público le cae mal, porque no comparte sus ideas o… por el motivo que sea…”.
“Se suman casos de Youtubers que han tenido que pedir respeto en varias ocasiones a su audiencia. Incluso están esas terceras personas que han sufrido palos virtuales por acciones ajenas a ellas, como por ejemplo, la novia de Dani Mateo, Yasmina Paiman, que recibió un aluvión de ataques en su Instagram por el mero hecho de ser la pareja del humorista que se sonó con la bandera española”.
“Odiadores”, que aquí, allá y más allá, convierten a las redes en vertederos de odios y heces porque tanto la educación como la formación familiares, no les da, no les dio, no les alcanza para más.
Hay quienes ante los insultos prefieren pasarlos por alto, otros responden, cuando menos, para decirle a su atacante que sus comentarios resultaron oprobiosos, lo que muchas veces ocasiona que le reviren con mayor dureza, finalmente el ofendido tendría que bloquear a quien muchas veces resulta un “troll” (gnomo, fantasma).
De continuar los insultos se debe de reportar, denunciar a ese perfil, todas las redes ofrecen esta opción.
Hablar de “haters” o de “trolls” o de personas conocidas caracterizadas por sus bajezas, resulta lo mismo.
Son seres humanos desconocedores de la moral y la ética, huérfanos de los afectos y de los cuidados hogareños primarios. Ignorantes de la importancia que revisten las redes sociales para propiciar la superación del hombre adquiriendo fácil y rápidamente conocimientos y herramientas para elevarse a mejores planos de sobrevivencia.