GUAYABERA POLÍTICA
Lejos de lo que un día fue, el PRI cumplió ayer 92 años de vida, los últimos, huelga decirlo, de manera agonizante, no retuvo el poder en 2018, reconquistado 6 años antes por Enrique Peña Nieto, el Presidente mentiroso que dedicó más tiempo a los ‘favores’ urgidos por grupos de interés, que a gobernar con inteligencia y lealtad.
Al dejar el Palacio nacional, su organización política, la autora de su arribo al más alto cargo al que pueda aspirar un mexicano, quedaba echada al suelo, ubicada en un cuarto lugar, ya no representaba nada como fuerza política nacional. Un desastre.
La fecha, que antes era de júbilo, pasó a ser de reclamos. Llegó casi desapercibida, aunque aprovechada por grupos formados en su interior, para denunciar negligencias y exigir congruencia con la historia y acciones para reorganizarse y competir con posibilidades de triunfo.
En sentido figurado podría decirse que el teatro en el que pudo efectuarse un evento magno, especial, para relanzarse, quedó casi vacío, acaso hubo un discurso que no lograría levantarle el ánimo a nadie, menos que renaciera el perdido sentido de pertenencia.
En Tabasco, la fecha fue apropiada para proponerle a la dirigencia, que despierte, que salga de ese sueño que la mantiene lanzando epítetos contra el partido en el poder, no ocupada en el fiel desempeño de sus obligaciones y de las tareas que le urgen al partido para recobrar fuerzas y volverse competitivo.
Así, EXPRESIÓN 21, la corriente reformadora que impulsa, entre otros ex dirigentes y cuadros el ex Senador de la república, Francisco Herrera León, publicó un posicionamiento a propósito del aniversario.
Se recordó que el PRI, “el partido de mayor trascendencia de México”, nació después de un sinnúmero de esfuerzos para unificar fuerzas regionales y locales, respuesta a una convocatoria al diálogo, al debate y al consenso en lo fundamental, lo que permitió transitar a la construcción de un país de instituciones.
Cuando hubo origen, hubo rumbo, ruta, destino, dicen los priistas en ese documento, “México creció y se desarrolló; en cambio al prevalecer las ambiciones vulgares, el uso patrimonialista del poder y la falta de proyecto y compromiso, el país y sus regiones no avanzan, la sociedad castiga y el PRI se degrada”.
Vaya que les sobra razón a estos señores, representados por el centleco Herrera León, que también fue alcalde y diputado federal. Hoy en el cumpleaños 92, el PRI, como hemos dicho en este espacio, se encuentra en una encrucijada histórica, están en juego su destino y su futuro, nada más. No otra cosa.
“En Tabasco el priismo tiene la necesidad de cuidar su casa, está latente el peligro de volver a perder todo si no tenemos la capacidad de reencontrarnos todos, dialogando y entendiéndonos entre todos”, expresa el posicionamiento. Rumbo a las elecciones del 6 de junio, agrega, “el PRI no puede ser el partido de un solo hombre, requiere reconstruir su cohesión interna y es el triunfo electoral el que nos debe de convocar como objetivo fundamental”.
En tanto, en Ciudad de México, se comparó al PRI con un camaleón. Se adapta, sin fuerza, por ejemplo, a nuevas circunstancias y lo mismo deja ir cuadros a otros partidos que se alía con su oposición histórica, PRD y el PAN, en un intento de recuperar influencia y fortalecer la poca que le pueda quedar, cosa difícil de alcanzar debido a que como cuarta fuerza política no podrá competir con muchos candidatos de sus filas, como lo harán PAN y PRD, por ser la segunda y tercera fuerzas políticas nacionales.
Fue la maestra en Políticas y Administración Pública y politóloga, Maité Azuela, quien definió al PRI como “un camaleón”. “Simula, finge y se acomoda con agilidad para sobrevivir e incluso persistir en otras agrupaciones en las que se refugian muchos de sus cuadros y que han aprendido prácticas que consideró “las más deleznables”, mismas que el tricolor inventó y la sociedad debería aspirar a sacudirse”.
Otro analista, Alfonso Zárate, aseguró que el PRI no ha mostrado la capacidad para ser una e oposición “lúcida y combativa” ni para sacar proyectos de las decisiones del gobierno federal.
Noventa y dos años de historia y también de historias, muchas de ellas registros encomiables de acciones que llevaron al PRI a ser reconocido internacionalmente por sus avances y progreso.
Hoy, el PRI, es antihistoria. Cambio lo bueno por lo nuevo. Ji. Pareciera como que no encuentran el remedio.