CARTA ABIERTA
El registro de Andrés Granier como precandidato del PRI a la alcaldía de Centro ha sido todo un tanque de oxígeno para un partido que necesitaba, con urgencia, enviar un mensaje de credibilidad y confianza a los militantes y a los ciudadanos de Tabasco.
En principio, se borra esa sospecha de que el dirigente nacional, Alejandro Moreno Cárdenas, había cedido la plaza a fin de no entrar en conflicto con los intereses en la cuna del presidente Obrador. A cambio, habría ‘pedido’ que Morena nade de ‘a muertito’ en las elecciones de Campeche, su estado natal, donde este 6 de junio se elegirá al próximo gobernador. El registro de Granier ha terminado con esas especulaciones y ha mostrado que el PRI va en serio.
Es el retorno a la arena política de un exgobernador que pasó cinco años en prisión tras ser acusado de diversos delitos por la administración perredista de Arturo Núñez Jiménez, en un caso que terminó en su absolución definitiva tras la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia del país. Desde siempre, el Químico se dijo un perseguido político, víctima de una ‘cacería de brujas’ que involucró también a varios de los funcionarios de su gabinete, como Luis Felipe Graham, Héctor López Peralta y José Saiz Pineda.
El propósito de Granier para ir nuevamente por la alcaldía de Centro habría sido doblemente complicado de no ser por el oficio político del dirigente estatal del PRI, Dagoberto Lara Sedas. El líder priista aguantó a pie firme las embestidas del grupo liderado por otro exgobernador: Manuel Andrade. Así es, Andrade presionó hasta el último minuto para ser el candidato, pero al fracasar en su intento no tuvo más remedio que refugiarse en el PRD y luchar por ese cargo.
Algo importante a destacar es que Alejandro Moreno y Dagoberto Lara tuvieron muy clara la información de que el Químico, de 72 años de edad, era el mejor ubicado en las encuestas internas, superando en algunas de ellas hasta en tres por uno a Manuel Andrade. También contó la tesis de que el PRI tenía una especie de sentimiento de culpa luego de que el presidente Enrique Peña pactara con Arturo Núñez el encarcelamiento de Granier.
Ahora viene lo más complicado para el PRI: ganarle a Morena en la capital y en el resto del estado. Morena tendrá al Químico como el rival a vencer y por eso ahora mismo se lo está pensando dos veces en la postulación de su candidato. Ejemplo de ello es que el pasado fin de semana corrieron varias versiones, entre ellas que la hermana del gobernador, Rosalinda López Hernández, el exfiscal general del Estado, Jaime Lastra Bastar, o el exfuncionario estatal Jesús Alí, podrían ser los abanderados del partido vino tinto en virtud de que otra de las aspirantes, Yolanda Osuna, habría dado un paso al costado. Lo cierto es que la presentación de Granier en las elecciones ha obligado al partido gobernante a replantearse los escenarios disponibles para no llevarse un trago amargo.
Una de las ‘leyendas negras’ que Granier ha empezado a desmontar es esa absurda idea de que será un alcalde rupturista, en continuo enfrentamiento con el gobernador morenista Adán Augusto López.
Por eso es que en su mensaje de registro dio especial énfasis al reconocimiento de la libertad jurídica en Tabasco, lo que fue un evidente guiño al mandatario. También dijo estar listo para sumar, no para dividir, al señalar que “podremos ser adversarios, pero no enemigos”. Esto fue interpretado como un mensaje de civilidad, es decir plena disposición a trabajar mano a mano con el jefe del Ejecutivo estatal.
Ahora bien, ¿quién tendrá la coordinación de su campaña? Algunos dicen que será el diputado local Gerald Washington y otros aseguran que esa función la ocupará quien fuera su secretario de Obras Públicas, Héctor López Peralta. Ya habrá tiempo para conocer la información oficial al respecto y saber qué línea seguirá su cabalgadura.
Ahora, otro punto interesante es conocer al candidato o la candidata de Morena. Hasta ese momento se sabrá que tantas son las posibilidades reales de que el PRI retorne con Granier a gobernar la capital luego de nueve años de ausencia.