CARTA ABIERTA
Más de un millón 750 mil electores tabasqueños tendrán en sus manos el destino que quieren para ellos y sus familias. El 6 de junio, ante la soledad de la casilla, sin nadie que los observe, cruzarán la boleta por los candidatos o partidos de su preferencia. Será su secreto mejor guardado.
Si bien parece una frase hecha, el razonamiento cobra nueva vigencia ante las acusaciones mutuas que los partidos se han lanzado en los 45 días de campaña. En todo este tiempo, las tres principales fuerzas políticas, Morena, PRI y el PRD, han advertido sobre un supuesto empañamiento de la jornada electoral.
En muy diversos frentes, han denunciado compra de votos, agresiones a candidatos o a integrantes de sus equipos, alteración de boletas, intimidaciones a delegados municipales, guerras sucias en redes sociales, fakenews, ataques entre los propios abanderados y la opacidad con la que el Instituto Electoral ha venido manejando el proceso.
No es una exageración, se trata de hechos constantes y sonantes que dejaron en Jonuta a un perredista asesinado y dos heridos, más una candidata panista lesionada con arma blanca en el municipio de Centro, entre otras muchas denuncias sobre hechos ilegales.
En lo electoral, el PRD, PRI, PAN Y PT denunciaron anomalías en la impresión de más de 760 mil boletas de distritos de entre seis y siete ayuntamientos de la elección local, advirtiendo sobre una causa de nulidad de las elecciones en esos lugares. Si bien la falla fue corregida, ello llevó a que el candidato del PRI-PAN a la alcaldía de Centro, Andrés Granier, se quejara de una maniobra destinada a afectar los votos a su favor.
En este entendido, la elección del próximo domingo será una prueba de fuego para las autoridades electorales pero también para el Gobierno de Tabasco. En el más estricto sentido, la exigencia será doble por ser la tierra del presidente Obrador. Garantizar votaciones limpias y transparentes será un reto para todos los responsables involucrados. Nada será más negativo para la imagen de Andrés Manuel que dar lugar a un proceso viciado con las prácticas del pasado, esas que tanto ha criticado la 4T.
Por ello cobra nueva vigencia ese añejo exhorto que AMLO hacía en sus etapas de campaña por la presidencia, cuando pedía a sus votantes: “Tomen todo lo que les ofrezcan, pero voten diferente”. Así es, no importa ya lo que algún partido o candidato les haya regalado; ahora podrán sufragar en secreto por quien más les haya convencido. Porque, no hay que olvidarlo, esas dádivas los entregan los partidos con el dinero de los contribuyentes, con los impuestos que los propios ciudadanos pagan al fisco, que es de donde salen las prerrogativas aprobadas por el INE.
Además, se ha comprobado que la entrega de ‘estímulos’ a la mano no garantiza votos a favor de quien los utiliza con ese fin. En las elecciones de 2018, el PRD, entonces el partido en el poder en Tabasco, movilizó a miles de electores de su estructura para votar a favor de sus candidatos y después comprobó que la gran mayoría de los beneficiados lo había hecho por ¡Andrés Manuel y Morena!
Es decir, el tabasqueño ha aprendido a votar con astucia, no expresando su verdadero sentir al momento de responder en las encuestas y, como pedía Obrador, tomando lo que les dan pero votando por quien en realidad quieren.
Algo más: observadores nacionales y extranjeros serán testigos de cómo se hace valer la democracia en la tierra del presidente. La trascendencia es doble cuando el huésped de Palacio Nacional ha exigido a las autoridades estatales no meter mano en las elecciones, tal como tantas veces lo hizo el viejo PRI.
“¡Fuchi, caca!”, diría alguien por ahí al advertir la posible corrupción en un fraude electoral.