GUAYABERA POLÍTICA
En junio del año 2015, faltando apenas cuatro días para la realización de las elecciones ordinarias, Andrés Manuel López Obrador, al frente del Movimiento de Regeneración Nacional, MORENA, no lo pensó dos veces para decirle a la rosa de los vientos tabasqueña, que Evaristo Hernández Cruz, a la sazón candidato del Partido Revolucionario Institucional, PRI, a presidente municipal de Centro, era un “corrupto”.
¿Recuerda esto el amable lector? Pienso que sí. También que unos ocho meses después, el 2 de febrero del año 2016, el mismo Andrés Manuel López Obrador, agradecía que Evaristo, tras perder la elección, se sumara ahora a MORENA, dándole la más cordial de las bienvenidas a las filas vinotinto.
Los reporteros le preguntaron al hoy Presidente de la República, si el tal sujeto, entonces, había dejado de ser “corrupto”, pregunta que AMLO contestó, como ejerciendo el papel de un “Papa político», o algo parecido, que al salir Evaristo del PRI, se había “limpiado”.
“Ha tomado la decisión de sumarse a esta lucha y eso lo exonera. Todo el que está en el PRI y decide pasarse a MORENA, y se arrepiente de todo lo que pudo haber hecho mal, nosotros pensamos que se le debe de perdonar”. Ahí tiene usted.
Añadiría todavía que los corruptos eran “Roberto Madrazo, Enrique Peña Nieto, Vicente Fox y Felipe Calderón, entre otros personajes de “la mafia del poder”.
Evaristo perdió la elección ordinaria ante Gerardo Gaudiano Rovirosa, del PRD, misma que fue anulada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, TEPJF, y ya no repitió como abanderado priista en la extraordinaria, que lo fue su correligionaria Liliana Madrigal.
Por ello abandonó el tricolor dejando atrás 37 años de militancia y acusando a Madrazo Pintado de haberle impedido repetir como candidato, señalando además que el hijo del “Ciclón del Sureste” había secuestrado al partido.
El 18 de enero del año 2016, fue el día en que Evaristo Hernández Cruz, anunció públicamente en un afamado programa radiofónico, que días atrás se había entrevistado en el estado de Oaxaca, durante una gira de trabajo, con Andrés Manuel López Obrador, hoy Presidente de México.
Allá, dijo, en la tierra de Juárez, se había pactado su ingreso a MORENA.
El periodista en cabina le preguntó su opinión sobre el calificativo de “corrupto” que le había aplicado el paisano, respondió que todo se había debido “al calor del discurso” y que no se sentía ofendido. Para nada.
Explicó que “al calor del discurso uno se enciende y hay veces que uno dice cosas que no quiere decir. No me siento ofendido, no tengo la piel tan sensible”, aseguró.
El fin de toda esta historia ridícula, amable lector, fue que Evaristo obtuvo en el año 2018, la candidatura de MORENA para presidente municipal de Centro, que le permitió alcanzar holgadamente el cargo con poco más de 250 mil votos, pensándose que cumpliría sus responsabilidades con honor, lo que por desgracia no ocurrió.
Hace cuatro días, Evaristo Hernández Cruz, concluyó su mandato, dejando estelas de desprecio y reprobación por los cuatro puntos cardinales del municipio capital del estado, quiso deshacerse de todo tipo de bien público, abultando gastos, reprimiendo a colaboradores, realizando concesiones a particulares sin cumplir con los mínimos lineamientos legales y morales.
El perdón, como sinónimo de absolución de todo tipo de pecado, el perdón concedido por AMLO a Evaristo Hernández Cruz, no alcanzó a redimir a este pésimo político.
Simplemente no sirvió de nada. De nada. Bueno, sí, para manchar a MORENA y para exponer al escarnio al Presidente.