GUAYABERA POLÍTICA
Cada día es más evidente la necesidad de regular el uso de las redes sociales –algo hace ya Facebook, por ejemplo, al ocultar determinados textos, impedirles a los autores el uso de la red durante unos días o bloquearlos definitivamente-, para evitar que la inescrupulosidad que es materia prima de muchos usuarios, enlode la reputación de las personas, particularmente la de mujeres que destacan en el desempeño de cargos públicos, sean estos dentro de la esfera gubernamental o en la académica.
Diversos mensajes, a cual más injurioso, calumnioso, denigrante, cruzaron hace unos días el ciberespacio tabasqueño llevándole al mundo contenidos carentes de fundamento, que mucho dicen de los odios prevalecientes en algunos autores carentes de principios, lo más fácil para ellos es soltar expresiones de lo más desagradables e hirientes con el único propósito de denostar a sus semejantes, entre más destacados e ilustres mucho mejor.
La descarga negra de los últimos días a la que hago mención, amable lector, la recibió la doctora en Derecho Gisele Pérez, una de las columnas de la División Académica de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, UJAT, reconocida nacional e internacionalmente como una emérita autora y catedrática, entregada como pocas a la docencia y a la investigación, galardonada en múltiples ocasiones por universidades de Alemania, Cuba, España y por supuesto de México.
El pecado de la talentosa y honorable doctora universitaria, fue negarse, según se nos comenta, a expedir calificación aprobatoria a una persona que como muchas otras, desea ascensos en su carrera, en su vida profesional, sólo que por lo visto, esta erró el camino, escogió una senda con poca luz o sin ella, oscura pues, pareciera que la virtud de la dama, su honradez y compromiso con nuestra máxima casa de estudios, resultase un pecado mortal o un delito castigado con cadena perpetua.
Hay, pues, personas capaces de ofender, hacerlo públicamente, a auténticos personajes de elevado nivel académico y autoridad moral, si en ello les va buena paga, o ninguna, tal vez, en las redes en donde no hay controles y son los medios preferidos por estos individuos que denigran a cualquiera sin importarles el daño que pudieran causarle a su pretendida víctima, a su familia, a la institución a la que pertenecen o al área gubernamental en la que prestan sus servicios.
Muchas son las voces que se han lanzado no sólo en México sino en muchos otros países, pidiéndoles a los gobiernos la limpieza de las redes sociales, la regulación de su uso mediante leyes adecuadas, para impedir dentro de lo posible que se haga apología del insulto o se incite al odio entre las personas.
Algunos juristas, no pocos, aducen que no hace falta una nueva Ley para asegurar el uso civilizado y respetuoso de las redes, dado que muchas expresiones “malsonantes” o de ataque directo a la moral, destinadas a ofender y denigrar a las personas, ya están consideradas en las leyes civiles y penales, faltaría no obstante el mecanismo para identificar a los autores de las mismas y llamarlos a cuenta.
Las redes sociales, dice por ejemplo José Luis Orihuela, no son ajenas a las leyes, todo el ordenamiento vigente es aplicable.
No obstante, preguntamos nosotros: ¿Quién lo aplica?
Agrega este estudioso: Si una persona comete un delito, las consecuencias son las mismas lo haga dentro o fuera de la Internet, con una salvedad, que hacerlo a través de una herramienta como lo son las redes sociales, implica “publicidad”, lo que agrava el hecho.
Tiene muchísima razón.
En este caso, que es el de la dama que brilla en la academia tabasqueña, se habla ya de vulneraciones del derecho al honor, protegido por la Constitución, lo mismo que las injurias que son expresiones que lesionan la dignidad de otra persona menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación.
Más, a falta da una ley específica, debería de privar la dignidad de todas las personas, pero en una sociedad tan fracturada como la nuestra en la que escasean los principios y valores, la condición humana seguirá en el trono de la desvergüenza y el oprobio y ni quien diga nada.
Nadie escapa a ser atacado en redes sociales –y hasta en medios tradicionales como prensa, radio y televisión-, lo mismo el Presidente que el mendigo y el pordiosero, lo perverso y condenable es que las ofensas provengan de personas que se tienen como dotadas de decencia, inteligencia y responsabilidad.
Señores, la Internet, las redes sociales, no son una carta libre para amenazar, para injuriar, para insultar, vamos, para hozar en la fama ajena, en la honra de las personas, menos cuando como en este caso, se trata de una persona ilustre que escogió a Tabasco como su segundo hogar y a él ha aportado todo esfuerzo, toda capacidad, toda honra.