De Primera Mano
El asesinato del reportero chiapaneco Fredy López Arévalo viene a refrendar la tesis de que los muertos del periodismo los pone la provincia, y que los criminales continúan “respetando” a los comunicadores de la capital del país, centro del poder político de la república.
El jueves pasado alrededor de las ocho de la noche, el colega del vecino estado llegaba a su casa en San Cristóbal de las Casas, cuando un sicario lo mató de un disparo huyendo luego en una motocicleta.
López Arévalo, que tenía una trayectoria que incluía coberturas en Centroamérica y otras regiones del mundo, había abordado recientemente el tema del narcomenudeo en esa importante ciudad chiapaneca; incluso dio nombres de los políticos que protegían a una banda identificada como ‘los motonetos’.
El periodista asesinado trabajó en medios mexicanos importantes como los diarios ‘El Financiero’ y ‘El Universal’, así como, entre otros, ‘Notimex’, la agencia de noticias del Estado mexicano.
Se formó como reportero investigador en la revista ‘Ámbar’, de Tuxtla Gutiérrez, dirigida por Juan Balboa Cuesta, otro periodista de provincia con una larga trayectoria que incluye haber sido corresponsal en Cuba.
López Arévalo, con quien este columnista coincidió en ‘El Financiero’ y en ‘Ámbar’, nunca se arredró a la hora de escribir denuncias.
De acuerdo con fuentes chiapanecas, la principal línea de investigación de las autoridades tiene que ver con su labor informativa en temas relacionados con el narcotráfico que abordó en la revista ‘Jovel’, la que fundó después de retirarse de los medios tradicionales y que tenía influencia en San Cristóbal y la capital chiapaneca.
El homicidio de Fredy se suma al de los colegas de provincia que a cada rato caen baja las balas de los criminales que solo “respetan” a los periodistas capitalinos.
El último periodista asesinado en la Ciudad de México fue Manuel Buendía Tellezgirón, quien fue abatido por la espalda el 30 de mayo de 1984 cuando salía de sus oficinas ubicados en el centro capitalino.
El 1 de agosto de 2015, el fotoperiodista veracruzano Rubén Espinoza fue ultimado a puñaladas en la gran metrópoli mexicana, a donde había llegado huyendo tras recibir amenazas en el estado donde se desempeñaba, por lo que el caso tuvo su origen en el ámbito veracruzano.
En resumen, después de Manuel Buendía, cuyo promisorio asesinato fue aclarado –al menos hasta llegar a quien dio la orden de matarlo, José Antonio Zorrilla, mas nunca se llegó al verdadero autor intelectual, presuntamente Manuel Bartlett–, ningún otro periodista mexicano ha caído abatido en la sede del poder Ejecutivo federal.
Lo que Fredy López publicó sobre la venta de drogas en la ciudad chiapaneca donde residía, era de menor calado que las denuncias que seguido hace el columnista Héctor de Mauleón en su columna de ‘El Universal’, y –más allá de las amenazas que le hacen los afectados– no ha sufrido los embates de los narcos.
Claro, Mauleón puede costearse una escolta que lo libra de todo mal.
López Arévalo siempre andaba solo, como se confirma el último día de su vida, que llegaba a su casa proveniente de Tuxtla Gutiérrez, a donde había ido a una comida para celebrar los 83 años de su madre.
PARA SU INFORMACIÓN…
POR ACUERDO DEL Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE), Rosselvy del Carmen Domínguez fue nombrada el pasado viernes presidenta del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Tabasco (IEPCT), luego de que concluyera el período de la anterior encargada, Maday Merino Damián.