Franja Sur
El cine Insurgente y las “puscaguas” de empanadas
- Por su escenario desfilaron los artistas más famosos del cine nacional
II Y ULTIMA PARTE
Los habitantes de viejo cuño de la cabecera municipal de Cárdenas deben recordar con nostalgia aquellas noches de cine, cuando, mientras unos hacían fila para comprar los boletos con Alejo, otros iban a los portales de la Plaza Hidalgo, donde se ubicaba el famoso “Pura Vida”, con sus tradicionales empanadas acompañadas de guacamole y salsa catsup.
“La gente corría a comprar sus empanadas y sus leches frías para disfrutar las películas en el Cine Insurgente. Era todo una tradición”, rememora el doctor Gustavo Naranjo Vera.
Tampoco podían faltar en una función los “cucuruchos” de cacahuates tostados que vendía en la banqueta del cine el viejo “Chano” Cupido. Ni las “lechitas” pasteurizadas con sabor a vainilla que despachaba en la nevería del cine, el famoso “Goyo”, y años después los sándwich de don Bartolito, con una rebanadita de jamón y otra de queso amarillo.
Eran los tiempos de las películas consideradas clásicas del cine nacional: “Yo el aventurero”, “Los Tres García”, “Allá en el Rancho Grande”, “Ahí vienen Los Argumedos”, “El dolor de pagar la renta”, con Viruta y Capulina, entre otras.
Son incontables las anécdotas sobre el viejo Cine Insurgente, ya desaparecido, incluso algunos de los sobrevivientes de esa época comentan que “si aquellas cortinas rojas hablaran, los secretos que se conocerían”. Y es que muchas parejas se paraban pegados a las cortinas que estaban a la entrada de la sala a fin de esconder sus amoríos. Era un lugar extraordinario para rendirles homenaje a Eros y Afrodita, algo así como el nidito de amor para los noviazgos secretos. Muchas de aquellas parejas hoy son felices matrimonios. Aunque también frecuentaban esas cortinas algunas personas del mismo sexo, y entonces el chisme se extendía como pólvora en el llamado pueblón.
Lugareños recuerdan con sorna aquella ocasión en que un personaje de la localidad asistió con su esposa a ver una película, y apenas entraban observó que en la pantalla apareció el nombre de la empresa fílmica Metro Goldwyn Mayer que siempre al inicio de sus cintas presentaba la imagen de un enorme y peludo león rugiendo, entonces al ver al rey de la selva, molesto, mientras le daba un jalón de mano a su esposa, exclamó: “¡Coño, esa ya la vimos, vámonos!”.
Las historias sobre el inolvidable Roberto Martínez “El coleto”, saltan de inmediato a la memoria cuando se habla del histórico cine, algunos distinguidos cardenenses colaboraron recordando algunas anécdotas que pasamos por alto en la primera entrega.
“Se les olvidó poner otras del Coleto, por ejemplo cuando anunciaba las películas de René Cardona Jr, decía en el micrófono, “hoy gran estreno con la película tal, dirigida por René Cardona ger” o cuando mencionaba que se estrenaría la película de “Los Beatles de Liverpol”, y lo expresaba en la forma que se lee en español.
Otra anécdota imborrable de lo que ofreció a los cardenenses el cine Insurgente, fueron las famosas “Caravanas Corona Extra” que dio la oportunidad a los habitantes de esta población de conocer de cerca y de carne y hueso a los artistas más famosos del cine nacional, incluso algunos extranjeros como los Churumbeles de España, con Juan Lejido, el Gitano Señorón.
Por ese escenario desfilaron, entre otros, Javier Solís, Jorge Valente, Andrés García, Rosalba Brambila, Lucha Villa, Columba Domínguez, Manolo Muñoz, Los Hooligan, Enrique Guzmán, César Costa, Alberto Vázquez, José Alfredo Jiménez, Los Xochimilcas. Además, trajo los burlesques, cuyas exuberantes mujeres encendieron las pasiones a más de uno, y era un morbo observar a personajes del pueblo esperando en el parque la función de media noche.
Las coladas al cine
Inolvidables también las osadía de muchos que burlaron la vigilancia de don César Aguilera –propietario del cine– quien con su inseparable sombrero y cigarro en mano, se paraba en la entrada y como si fuera un viejo militar, vigilaba que nadie ingresara sin entregar su boleto al empleado de la puerta para poder ingresar a la sala.
Pero por la parte de atrás del inmueble, a espaldas del restaurante Jacalito, propiedad también de don César Aguilera, había una barda como de tres metros. El mal construido muro tenía unos bordos de cemento que servían de escalones para subir y cruzarse al patio del cine, luego se introducían por una pequeña ventana del baño de varones y de ahí directo a la sala del cine. Hoy, no pocos profesionistas exitosos de esta localidad aún recuerdan haber realizado la hazaña de “colarse al Cine Insurgente”.
(El texto que acaba de leer se publicó en la edición número 12 del entonces Quincenario Papiro, que apareció la primera quincena de septiembre de 2008).