El TioVivo

La semana pasada concluíamos la entrega de este TioVivo con una reflexión sobre el incremento en el número diario de contagios de Covid que se registraba ya y que obligó a las autoridades estatales a decretar que el semáforo epidemiológico regresara al color amarillo, restringiendo así horarios de operación de algunos sectores de la economía y los aforos en espacios públicos.

Lo que expusimos es que aún había en el sector público, quienes insistían en que los efectos de la pandemia eran por culpa de la gente que “no hace caso y no se cuida”, siguiendo con esto la estrategia de criminalizar a la víctima. Sin pensar que quienes están en la calle, quizá sean trabajadores al servicio del estado, que no ha determinado que el personal que labora en las diferentes dependencias, lo haga de manera escalonada.

Gente que tiene que usar el transporte público para ir de sus casas al trabajo, porque si no lo hacen, sus familias pagarían las consecuencias. Personas que quizá podrían desempeñar sus actividades desde casa, con la misma eficiencia o mejor, que lo que hacen una oficina repleta de individuos.

La culpa no es, y nunca lo ha sido, de la gente. No es la sociedad la que determina las restricciones ni plantea las estrategias. La población es, eso sí, la que se enferma, contagia y hasta muere, por la poca empatía de quienes tienen la posibilidad de dictar acciones que mitiguen en algo el alto número de contagios.

Decir que “la gente no entiende” es como decir que el presidente, contagiado por segunda ocasión, no entiende. Ni el gobernador, los funcionarios o los menores (que con la variante ómicron están más expuestos) que resultaron positivos a la enfermedad.

Hoy parece que ese discurso ya ha dejado de ser una constante entre los servidores públicos y sus corifeos. Quizá el hecho no ayude mucho, pero al menos es un paso en reconocer que hay que hacer más que repartir culpas y puede ser un gran paso para asumir responsabilidades…

Antes de bajarnos del caballito…

Dice Foro 27 Mx que a 100 días del inicio de las administraciones municipales, sólo 5 de 17 alcaldes alcanzaron calificación aprobatoria. Esto confirma que no es lo mismo ganar, que llegar con todo el aparato oficial detrás, pero sin el consenso de la gente. Ganar una elección “haiga sido, como haiga sido”, no te garantiza que seas un buen gobernante y mucho menos tener el respaldo popular. A veces el estar sentado en la silla, rodeado(a) de paleros, te impide ver tu realidad. Hoy muchos están a tiempo de corregir, de ganarse desde el cargo lo que no pudieron hacer en campaña. En ellos está la decisión…