El Tutupiche

Recientemente falleció Brígida Hernández Cruz (no es hermana de Evaristo), tal vez usted no la recuerde, pero ella siempre estaba con megáfono en mano o parándose de cabeza en algún evento, apoyando al PRI, su partido del alma.
Enfundada en playera de algún candidato priísta, adornada con un sinfín de pines, quizá comparada en números, a las medallas que se colgó en batallas imaginarias el almirante Achirica, Brígida se unió al partidazo desde la época del ex gobernador Roberto Madrazo, por ser fiel seguidora del desaparecido locutor y actor, Carlos César Gil Castillo, ‘el Jinete de la Pradera’.
Siempre ofreciéndonos chicles o dulces a quienes la conocíamos y tratábamos bien, con Brígida y el Jinete viví un sinfín de aventuras y anécdotas que recuerdo con mucho cariño y que quizá algún día narraré.
Con Roberto Madrazo y con Andrés Granier, Brígida tuvo durante 12 años, entrada sin picaporte al Congreso del Estado, y desde su butaca apoyaba a los legisladores del tricolor con su clásica frase: ¡Pónete las pilas!
Durante el sexenio de Arturo Núñez, perdón, de Martha Lilia López, a Brígida le cerraron las puertas del Congreso por pasarse de lanza; la pandemia se ha encargado de que continúen cerradas, para ella y el público en general, durante la actual administración.
Brígida es hoy reconocida por tener un alto sentido del valor de la lealtad, cuantía de la que muchos priístas tránsfugas, carecen en su totalidad, por lo que más que una columna, merece nuestro reconocimiento.
Quizá por ello, el lic. Saúl Pérez Galicia estudia la posibilidad de realizar próximamente las gestiones pertinentes para que el nombre de ‘Brígida Hernández Cruz’, quede insertado con letras doradas, en el muro de honor del Congreso del Estado.