Poder Político

El bloque tridente de partidos de oposición una vez que han refrendado el compromiso de mantenerse unidos en la competencia por la elección presidencial que tendrá lugar el dos de junio de 2024, ahora tendrán que analizar y definir con exhaustividad las opciones que encartar y descartar para perfilar en la arena de lo público a aquellos puedan ser un verdadero contrapeso a la baraja que se anunció por el régimen de la cuarta transformación, desde el escaparate de “las mañeras”.
Para el PAN, PRI, y PRD, sería complicado poner a uno o varios de los suyos entre los cuadros militantes y/o simpatizante con cartel, que resulten ser opción para aspirar a la victoria. Sería algo así -como reza el pasaje bíblico- pretender hallar una aguja en el pajar de personajes que están marcados por el descrédito, aún más exacerbado por el régimen en el gobierno ante el colectivo social.
Aunque Claudia Sheimbaun, Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, y Marcelo Ebrard, ahora Secretario de Relaciones Exteriores, los dos proyectos punteros en ese orden, no pueden presumir de un plumaje pulcro su plumaje sino todo lo contrario, estos tienen consigo detrás una estructura para maquillarle las turbias manchas del pantano, invistiéndoles de “fuerza moral”.
Aunque todos los enlistados como aspirantes del movimiento deberán tener que aguantar el desgaste de los reflectores, cuidarse de no cometer algún yerro como el premeditado colapso de l línea 12 del Sistema Colectivo Metro y la derrota electoral en nueve de las 16 alcaldías, ambos casos en la Ciudad de México que menguan a Sheimbaun y a Ebrard, por mencionar los casos más trascendentes.
Entre la elección del 7 de junio de 2021 y la del dos de junio de 2024, si acaso no hay reforma política que modifique la fecha, distan dos años y 10 meses que son demasiados en el gran trecho por discurrir, y las actualizaciones en los estudios de prospectivas con las muchas variables que se involucran, que mucho tienen que ver con los encartes y descartes en todos los frentes.
De inicio en el venidero junio de 2022 habrá que renovar seis gubernaturas de las que hasta ahora Morena sumaría Quintana Roo, Hidalgo, y Tamaulipas, y disputando Oaxaca, aún por definirse entre las pérdidas de territorios priistas. Acción Nacional mantendría Aguascalientes y Durango. Para 2023 esperan cambio de estafeta Coahuila y Estado de México.
Justo el Estado de México, según la lista nominal de la elección de este 2021, cuenta con 12 millones 394 mil 846 electores, el 13.20 por ciento, que sumado a Ciudad de México y sus 7 millones 806 mil 905 votantes, el 8.31 por ciento, para concentrar el 21.51 por ciento de los 93 millones 935 mil 039. Los mismos que podrían acudir a la “consulta popular” que nada dice sobre juicio a ex presidentes.
En ambas entidades lo ganado en 2018 por movimiento ahora mucho de esos territorio los perdió y de qué manera, recobrando vida sobre todo el PRI y PAN, en los territorios que desde antaño han sido afines. Una muestra de que sería un gravoso error dar por derrotado al adversario cuando el camino es muy largo. Aún tienen capital por recuperar. Literal, no están mancos n tullidos.
Hay mucho por construir una estrategia convincente por parte del bloque opositor para reivindicarse ante la voluntad popular, considerando que el voto duro ha tendido ya a no ser tan fiel a prueba de todo como antaño, porque quienes ahora poseen del mando cuando menos les arrebató gran parte de ese capital al PRI y al PRD, al grado de dejarles en el cascajo. Pero igual en la volatilidad podría regresar ante un eventual desencanto.
Son los de Acción Nacional quienes cargan con todo el peso del tridente opositor antes cogobernante, sustentado por su estoica oposición postura con claridad identificada en su adversidad al “populismo” de la cuarta transformación y antes del socialismo corporativista de Lázaro Cárdenas, envuelto en las causas revolucionarias. En su lógica dañinos para uno de sus principios de doctrina: el buen común.
Al bloque opositor no le quedará de otra que mirar entre el núcleo de la sociedad civil afín que sea lo suficientemente intachable y de respeto, que pudieran surgir tal vez del empresariado, la academia o bien de las organizaciones sociales, con presencia pública reconocida por sus aportes, que sean de fiar, como para ponerles al colectivo social a reflexionar la pertinencia o n de optar o no por ellos.
En la ruta a la elección presidencial del dos de junio para suceder a que hoy gobierna estará marcada por el pragmatismo de las alianzas; Morena coaligada con el PT y Verde Ecologista, y en el otro Acción Nacional, del que serán apéndice el PRI y el PRD, que buscarían convencer con una buena cuota a Movimiento Ciudadano que en solitario creció este 2021, obteniendo el gobierno de Nuevo león. Y Habrá que tomar en cuenta a las posibles candidaturas independientes.
En el colmillo de quien auténticamente tiene el dedo que controla al movimiento social, decidió romper con el paradigma de los tiempos de la sucesión, cuando ni siquiera se han cumplido los tres años de la actual gestión, para forzar a sus adversarios a un mayor desgaste, apostando a la discordia.
En política no hay lugar a la suerte y menos la casualidad, todo tiene una intencionalidad y los por qué de estas. La evidencia en la agenda pública diaria.

Bitácora

No por adelantarse en la puja hacia el 2024 se tiene asegurada la victoria, en el trayecto hay muchos escollos que pueden ser sus propios yerros… Las tramposas ilegalidades privan en los competidores.


eduhdez@yahoo.com

Por Eduardo Hernández

    Periodista y Analista Político, graduado por las Universidades Olmeca, Iberoamericana, Complutense de Madrid y Tecnológico de Monterrey, además del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. 27 años de experiencia profesional en el ejercicio del Periodismo Análisis, Consultoría, y Comunicación Institucional vinculado a los temas electorales, en Tabasco y Ciudad de México. Autor de la columna «Poder Político» que se publica cada semana  en Diario Presente y en Diario de Yucatán. Autor también del libro «Luchas por el Poder en Tabasco: 1825-2012» que documenta 187 años de historia y legislación electoral, editado por la Universidad Olmeca.