A lo largo de su historia, México se ha caracterizado por presentar niveles de pobreza y desigualdad persistentes. La desigualdad social y la pobreza suelen ser dos problemas íntimamente relacionados, en la medida en que en sociedades que registran altos niveles de concentración de la riqueza y del ingreso es frecuente encontrar que una gran proporción de sus habitantes viven en condiciones de pobreza, cualquiera que sea la modalidad en que ésta es medida.

Inequidades económicas en México 

En México, de acuerdo con información de 2015 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) son cinco los estados en donde se registraron niveles de pobreza superiores a 50% de cada una de su población. La población que vive en condiciones de pobreza, en su medición multidimensional, es aquélla que se sostiene con un ingreso inferior a la línea de bienestar económica y al menos tiene una carencia social. El cálculo realizado da cuenta que Chiapas tiene 65.5% de su población en situación de pobreza, Oaxaca 59.7% de su población, Guerrero 59.3%, Veracruz 50.7% y Puebla 50.1 por ciento (INEGI, 2010). 

Esos cinco estados suman 15 millones 180 mil 607 personas en condición de pobreza, equivalente a 34% del total de la población pobre que hubo en el país en 2015, que fue de 44.5 millones de personas. En términos absolutos, el Estado de México, con 6.9 millones de personas; Veracruz, con 4.1 millones; Chiapas, con 3.4 millones; Puebla, con 3.1 millones, y Oaxaca, con 2.4 millones son las entidades con mayor número de pobres en México (INEGI, 2010). 

Por otra parte, las estadísticas sobre desigualdad no son alentadoras. México es un país de contrastes y la desigualdad es uno de sus aspectos más característicos. En el país existen grupos de personas cuya riqueza en cuanto recursos económicos y patrones de cultura son muy parecidos a los que se observan entre los grupos más favorecidos de los países más ricos y, al mismo tiempo, importantes grupos de la población en la actualidad subsisten en condiciones sumamente precarias, similares a las que prevalecen en algunos de los países más pobres del mundo. 

Causas de las inequidades 

Los economistas, y en particular los economistas del desarrollo, se centran en lo que llaman trampas de la pobreza: la noción de que quienes empiezan pobres seguirán pobres. Un mecanismo que se discute mucho es una oportunidad de inversión lucrativa que requiere una cantidad fija de capital. Los ricos tienen suficiente capital para hacer esa inversión, mientras que a los pobres les es difícil ahorrar el dinero suficiente para invertir. Otros mecanismos sobre los que se discute son las aspiraciones y la miopía. Hay referencias importantes en Debraj Ray, “Development Economics”, en Lawrence E. Blume y Steven N. Durlauf (eds.), The New Palgrave Dictionary of Economics, 2007. (Sendhil & Eldar, 2016). 

Estas desigualdades en las condiciones de clase, profesionales, laborales y sociales, se agravan aún más dependiendo de otras variables como género o etnia y también conducen a desigualdades medibles en los ingresos, el estado, el acceso a los derechos económicos y sociales y a los servicios públicos, finalmente impactan en las oportunidades para que el individuo logre cierta movilidad social ascendente. 

Indudablemente la economía política ha abordado el desafío de la desigualdad, especialmente la desigualdad económica, considerando sus raíces en los procesos de mercado, la distribución funcional del ingreso, el papel del capital humano, el cambio tecnológico, la globalización y la relevancia de las desigualdades intergeneracionales. A partir de dicho análisis las políticas públicas pueden tener impacto en las desigualdades y esto puede ser a través de los impuestos, los gastos de asistencia social, la prestación de servicios públicos, la redistribución y otras acciones. 

La desigualdad en la economía siempre ha sido una de las principales razones para criticar el orden económico y político existente; así como las perspectivas de la economía política sobre la desigualdad se han centrado generalmente en dos cuestiones: la distribución del ingreso del capitalismo como fuente de desigualdad y la posibilidad de redistribución a través de la autoridad política. Más allá de indicadores económicos, la desigualdad se ve reflejada en aspectos como el físico y la salud de los habitantes de cualquier país. Deaton pone el ejemplo de la diferencia en estatura de los habitantes de países desarrollados, y las compara con los de países no desarrollados, el promedio de altura en países ricos es mayor que en el de países pobres: Así que, aun cuando un gran número de personas ha realizado su escape, millones más se han quedado atrás, de lo que se deriva un mundo de diferencia en el cual la desigualdad es visible incluso en los cuerpos de las personas (Deaton, 2015).

Gran parte de la economía política, marxista y keynesiana, ha considerado la desigualdad como un resultado directo de la distribución del ingreso entre el capital y el trabajo. Marx enfatizó la contradicción entre el potencial del capitalismo industrial para el progreso en el conocimiento, los ingresos y la riqueza, y su resultado: la acumulación de capital para la clase capitalista y el trabajo mercantilizado, el trabajo degradado, los salarios limitados y las condiciones sociales difíciles para los trabajadores y los desposeídos. 

La economía keynesiana afirmó el vínculo entre la distribución del ingreso, la acumulación y el crecimiento y abogó por un papel activo del Estado en la gestión de la demanda, el crecimiento y la redistribución. Las perspectivas de la economía del bienestar informaron los modelos normativos para la política económica que apuntan a la redistribución, señalando las compensaciones entre eficiencia y equidad en contextos estáticos y dinámicos. 

Escasez 

No es una novedad que la pobreza crea un círculo vicioso como mencionan los autores Sendhil & Eldar. No tener dinero es costoso, gracias a los cargos por pagos atrasados de las tarjetas de crédito, las altas tasas de interés en los préstamos de día de pago, el costo adicional de comprar en cuotas, etc. Pero la conclusión alarmante de este libro es cómo la escasez completa controla la mente y la psicología de las personas, en este caso cabe preguntarse si la política o las políticas públicas tengan algún sentido y puedan terminar con las inequidades económicas.

Un simple estudio realizado por los autores muestra que pedir simplemente a las personas más pobres que contemplen una reparación hipotética de 1.000 dólares, afecta su rendimiento en las pruebas de inteligencia tanto como perder una noche de sueño: alrededor de 13 o 14 puntos de CI. En otro estudio, los productores de caña de azúcar de la India obtuvieron peores resultados antes de la cosecha, cuando el dinero era escaso, en comparación con la cosecha posterior. «La escasez captura la mente» (2016), explican Mullainathan y Shafir. Promueve la visión de túnel, como le denominan los autores, esta visión ayuda a enfocarse en la crisis en cuestión, pero también hace a las personas «menos perspicaces, menos progresistas, menos controladas» (Sendhil & Eldar, 2016). Las decisiones sabias a largo plazo y la fuerza de voluntad requieren recursos cognitivos y la pobreza deja mucho menos de esos recursos a disposición. 

Los argumentos de dichos autores no sólo aplican en cuanto a escasez económica sino que carencias de otro tipo tienen los mismos efectos, aunque no siempre con implicaciones tan graves como cuando se da la falta de dinero. Por ejemplo; las personas sumamente ocupadas, es decir que sufren de una escasez de tiempo, también demuestran capacidades deficientes y toman decisiones contraproducentes tales como tratar de realizar muchas tareas y finalmente no producir o finalizar algo concreto o el abandono de la familia para enfocarse en cuestiones como el trabajo. Otro ejemplo muy claro de cómo la escasez afecta a alguien son las personas solitarias, es decir que sufren de una escasez de contacto social, dichos seres se enfocan en su soledad, provocando conductas que a su vez la empeoran. En ese sentido, Mullainathan y Shafir reconocen que la escasez es tan ubicua o generalizada que casi carece de significado. Pero el sentimiento de escasez, es decir; de no tener tanto de lo que se cree que se necesita, es algo más específico. 

Existe el riesgo de caer en lo obvio: rico y relajado es mejor que pobre y hambriento de tiempo. Mallainathan y Shafir a veces hacen tales afirmaciones; por ejemplo que la abundancia financiera implica mayor acceso a la información, etc. Sin embargo, otros capítulos demuestran que los efectos psicológicos de la escasez no son del todo obvios. En ciertas formas limitadas, por ejemplo, la pobreza en realidad confiere beneficios cognitivos. Algunos de los hallazgos son por ejemplo que las personas que hacen dieta, es decir que experimentan una escasez de alimentos, son significativamente mejores que otras para identificar palabras que aparecen brevemente en una pantalla, siempre que se trate de alimentos. La gente solitaria lee las expresiones faciales con mayor precisión. Y la escasez de tiempo trae beneficios motivacionales. 

Pero estos efectos positivos de la visión de túnel son superados por lo que los autores llaman «el impuesto al ancho de banda», las maneras en que la escasez limita o distorsiona las habilidades de cada quien. 

Es posible medir directamente la capacidad mental o, como la llamamos informalmente en inglés, bandwidth, el “ancho de banda”. Podemos medir la inteligencia fluida, recurso clave que afecta la forma de procesar información y tomar decisiones. Podemos medir el control ejecutivo, recurso clave que influye en cuán impulsivamente nos comportamos. Y observamos que la escasez reduce todos estos componentes del ancho de banda: disminuye la perspicacia, los pensamientos innovadores y el control. Además, los efectos son considerables (Sendhil & Eldar, 2016). 

Este concepto explica una serie de comportamientos autodestructivos que, de otro modo, resultan confusos entre los que sufren la escasez, desde el fracaso de los agricultores más pobres de África para no cuidar sus campos, a pesar de que tienen el tiempo para hacerlo y harían más dinero de esa manera, hasta la incapacidad de los estadounidenses de bajos ingresos de tomar medicamentos para la diabetes y otros medicamentos o de comer de manera más saludable incluso cuando es financieramente viable. «Los fracasos de los pobres son parte de la desgracia de ser pobres en primer lugar» (Sendhil & Eldar, 2016), mencionan los autores. No es que los pobres tengan menos ancho de banda. Es que «todas las personas, si fuesen pobres, tendrían un ancho de banda menos efectivo» (Sendhil & Eldar, 2016). 

Durante las décadas de 1980 a la actualidad, la clase política ha realizado diferentes procesos; en Estados Unidos se tenía una brecha de desigualdad monetaria relevante, esta se les atribuyó a los procesos de formación educativa que tenía su población. Caso contrario a las acciones de la clase política en Europa, donde la brecha salarial era más reducida, debido a que las políticas tanto educativas como salariales eran más equitativas, es decir, no se golpeaban los ingresos de las personas que carecían de estudios universitarios o de posgrado. 

Las políticas implementadas para que se reduzca esta inequidad económica no han sido suficientes para que surtan efecto. Esto debido a que en la actualidad no se han estructurado formas de resaltar los esfuerzos y el valor agregado al trabajo a los trabajadores, esto trae consigo de que un crecimiento económico de un país no siempre trae una solución a la inequidad económica. 

A modo de conclusión como se mencionó al inicio la desigualdad y la pobreza son dos fenómenos distintos pero que se encuentran muy relacionados entre sí. La elevada desigualdad que predomina en el mundo cada vez es más evidente y va en aumento, esto solo refleja las fallas existentes en el sistema económico. Es importante conocer que es lo que sucede alrededor de los temas económicos en el mundo, como también lo es conocer los fundamentos teóricos y las definiciones de conceptos importantes que finalmente intervienen en las políticas que controlan la economía; con esta acción se pueden comenzar a crear propuestas que puedan contribuir no solo al análisis de estos conceptos, sino de crear propuestas que un futuro puedan contribuir a disminuir la brecha entre pobreza y desigualdad. Es innegable que la pobreza y la desigualdad social son causantes de muchas otras problemáticas que también se viven en México como la violencia, que además de afectar a la población en general, crea grupos en mayor situación vulnerable y de pobreza, como el de los indígenas y los migrantes, en su mayoría provenientes de Centroamérica, que anhelan llegar a los Estados Unidos. Dado los niveles de desigualdad en el país, no es ninguna casualidad que en las áreas donde se concentra más pobreza y marginación también se presenten índices más altos de violencia.

La inequidad económica es un flagelo que difícilmente se ha podido erradicar en el mundo, por el contrario, siempre esta problemática latente, sobre todo en países que están en vías de desarrollo, en estos casos, se presenta de forma lacerante y que poco a poco trastoca a la población. Lejos de haber encontrado una solución, los gobiernos toman un papel en el cual es difícil de descifrar sobre qué dirección están tomando para mejorar las condiciones económicas. Sobre estas condiciones de desigualdad, se observa que en países correspondientes a Europa tienen un margen bajo de inequidad económica, cosa contraria presenta el medio oriente, sin embargo, parte de que esta desigualdad corresponde a las políticas instauradas por las instituciones y gobiernos que se encuentran en el poder. Dicho lo anterior pareciera que existe una relación entre las acciones tomadas por la clase política para que estas condiciones de desigualdad se presenten, sin embargo, las políticas implementadas en cuestiones de economía social es el punto más importante para que no se presenten este tipo de desigualdades. Sin embargo como mencionan Sendhil & Eldar, la desigualdad o inequidad también está muy relacionada con la psicología y mentalidad del individuo. 

Referencias: 

∙ Deaton, A. (2015). El Gran Escape Salud, Riqueza y los Orígenes de la Desigualdad. México: Fondo de Cultura Económica. 

∙ INEGI. (2010). Censo de Población y Vivienda 2010. Obtenido de http://www.inegi.org.mx 

∙ Sendhil, M., & Eldar, S. (2016). Escasez ¿Por qué tener poco significa tanto? México: Fondo de Cultura Económica.

Por Juan José Graham Nieto

Juan José Graham Nieto es politólogo por la UNAM y actualmente lleva más de dos años trabajando en el gobierno federal en materia educativa, fue miembro del Consejo Ciudadano de Seguimiento de Políticas Públicas de Juventud del Instituto Mexicano de la Juventud 2017-2019, cuenta con experiencia en el poder legislativo trabajando en el equipo del Senador Humberto Mayans entre 2015 y 2018. Fue asesor de la Misión Permanente de México ante las Naciones Unidas durante el Foro Político de Alto Nivel 2017. Actualmente conductor del programa “Cambiemos el Formato” en Reporte Índigo. Y autor del libro “Una Visión Joven: retos y propuestas para una nueva generación de mexicanos” y autor más joven de la Feria Internacional del Libro Guadalajara 2018.