LA AGENDA EN RED

Los idus de marzo tienen un significado y el idus más significativo por estar marcados por varias observancias religiosas y por haberse producido en esa fecha el asesinato de Julio César en el año 44 a. C., es considerado como un punto de inflexión en la historia de la Antigua Roma; con ello se marcó la transición del período histórico conocido como República romana al Imperio romano.

Según el escritor griego Plutarco, Julio César habría sido advertido del peligro, pero había desestimado la advertencia: Lo que es más extraordinario aún es que un vidente le había advertido del grave peligro que le amenazaba en los idus de marzo, y ese día cuando iba al Senado, Julio César encontró al vidente y riendo le dijo: «Los idus de marzo ya han llegado»; a lo que el vidente contestó compasivamente: «Sí, pero aún no han acabado».

Esto quedó grabado en la memoria romana hasta nuestros tiempos y precisamente por ello, hoy recordamos como ocurrió en este mes hace 27 años, en que los idus de marzo fueron testigos de otro magnicidio, ahora en nuestro país.

El próximo 23 de marzo, se cumplen 27 años que ocurrió uno de los magnicidios que marcó la historia contemporánea de México. Para muchos que vivimos esa etapa y que confiábamos en esta figura para cambiar a un país que se dirigía a un ineludible barranco, esto desafortunadamente no se logró debido a que quizá Luis Donaldo Colosio no valoró, al igual que Julio César, las señales que desde el poder eran enviadas para que abandonara esta candidatura.

El discurso del 6 de marzo de 1994 que viví.  

En una mañana soleada frente al Monumento a la Revolución Mexicana, en la Ciudad de México, un 6 de marzo de 1994, nos reunimos miles de priistas de muchas partes del país debido a que el candidato a la presidencia, Luis Donaldo Colosio sería el encargado de dar el discurso por un aniversario más del PRI.

Aquella mañana cuando nos dirigíamos de un hotel muy cercano a este monumento a ese evento, observábamos a miles de políticos de todos los niveles caminar presurosos al monumento, muchos hospedados en hoteles cercanos.

A pesar del fuerte sol, la mañana era fresca y no permitía que el sudor empapara la ropa. En esa representación de priistas tabasqueños, se hallaban personajes con valores curriculares amplios y diversos en su actuar. Unos de buena cepa y otros con una larga cola era los más.

Todos sonreían al llegar, la felicidad los invadía, confiaban en que el nuevo presidente los seguiría ayudando en sus carreras políticas y en sus abultadas cuentas bancarias. Los saludos abundaban, los fuertes abrazos y palmadas en las espaldas eran estruendosos, las palabras discretas al oído eran comunes debido a sus complicidades.

Los organizadores nos hicieron entrar por el fondo del lugar donde se llevaría efecto este evento. Un pasillo central de 4 metros para ubicarnos y al entrar me sorprendió que todas las sillas estaban forradas de blanco con un cabezal color obispo.

Al fondo estaba el enorme templete que en el centro la imagen parecía ser más de una enorme cruz, que de un templete por un aniversario político.

Intuí que algo estaba mal. Los colores del partido han sido verde blanco y rojo y esto rompía con la tradición.

Ya cómodamente sentados dio inicio el mensaje de Colosio, un mensaje que quizá por la forma que el candidato lo iba expresando, uno podía sumergirse poco a poco en su interior y comenzar a entender que aquello que se pronunciaba era diferente, distinto por todo lo que significaba.

Era un mensaje jamás pronunciado y oído en nuestro México que me tocó vivir y que muchos ansiábamos alguna vez escucharlo.

No esperaba que esas palabras profundas que retrataban la realidad del país me impactaran tanto y que decir de los ahí presentes. A ellos, deshonestos y traidores en su mayoría, aplaudían emocionados rabiosamente sin darse cuenta en ese momento que Luis Donaldo Colosio se refería a ellos precisamente por ser causantes de lo que sucedía en México.

Cuando dijo sus memorables palabras de que había un México agraviado y en crisis, con hambre, con profundas diferencias sociales, pero con la esperanza de transformaciones, aquello fue el paroxismo total, y en ese momento no nos dimos cuenta de que estábamos presenciando el parteaguas de un México del pasado, con el México de hoy.

Para muchos que asistimos a ese evento, la política tal como la conocimos, dio un vuelco. Después de esa mañana nos sentíamos ser parte de ese candidato que con su imagen reflejaba una gran empatía para miles y ahí me contaba entre ellos.

El futuro que se vaticinaba sería otro, existía una gran confianza de tener un país diferente con mejores estándares de vida. El regreso de todos a nuestros lugares de origen seguramente fue diferente al pensamiento que traíamos a nuestra llegada.      

Nadie, en ese momento, podría imaginar lo que días más adelante pasaría, ni siquiera que, debido a ese discurso, saldría la orden desde las entrañas del poder, no solo presidencial sino del auténtico poder económico, de eliminar al osado candidato.

El discurso hecho por Luis Donaldo Colosio con sus palabras y su idealismo aquella mañana del 6 de marzo fue su sentencia de muerte: «Veo un México de comunidades indígenas, que no pueden esperar más a las exigencias de justicia, de dignidad y de progreso; de comunidades indígenas que tienen la gran fortaleza de su cohesión, de su cultura y que están dispuestos a creer, a participar, a construir nuevos horizontes” (…) «Veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales” ​

«Como partido de la estabilidad y la justicia social, nos avergüenza advertir que no fuimos sensibles a los grandes reclamos de nuestras comunidades; que no estuvimos al lado de ellas en sus aspiraciones; que no estuvimos a la altura del compromiso que ellas esperaban de nosotros. Tenemos que asumir esta autocrítica y tenemos que romper con las prácticas que nos hicieron una organización rígida. Tenemos que superar las actitudes que debilitan nuestra capacidad de innovación y de cambio. […] Empecemos por afirmar nuestra identidad, nuestro orgullo militante y afirmemos nuestra independencia del gobierno.»​

Luis Donaldo Colosio fue asesinado artera y cobardemente aquel 23 de marzo de 1994 en un Idus de marzo. Mario Aburto, el autor material sigue preso, los autores intelectuales están libres.  

Por Humberto Iduarte

Datos del autor de La Agenda en Red. Comunicador desde siempre. En 1967 contribuyó con la creación del “Fuste Universitario” y de la revista “Cultura”. Colaboración en 1989 en el diario Tabasco Hoy con la columna Opinión. Conductor del programa de televisión en Canal 10 de La Agenda en 2009 y hasta 2012. Excolaborador del diario Rumbo Nuevo con la columna política La Agenda. En redes sociales está en Facebook, YouTube y Twitter como 'La Agenda en Red' y ahora colabora en el diario Ahora Tabasco y en el Blog cartaabierta.mx.