El Tutupiche en Carta Abierta

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Don Crescencio Aguado Deloyo estaba completamente dormido en su casa, cuando de pronto sintió que el agua le mojaba su segundo apellido, el hombre estaba ‘ano-nadado’, por lo que despertó en la madrugada, con todo su catre humedecido, debido a que el río Usumacinta había desbordado en su colonia Pueblo Unido, ahora sí, unido por la inundación.

Elementos de Protección Civil llegaron para auxiliarlo a él y a otras familias que igualmente sus casas se habían ido a pique; don Chencho pudo sacar algunas de sus pertenencias, pues lo mandaron mucho pa´l albergue más cercano.

Con la coliflor aún empapada, el rábano y los dos huevos en la mano (lo único que pudo sacar de su alacena, pa´ la cena), don Chencho no pudo sacar sus papeles y menos los del baño, pues elementos de la Sedena ya lo apuraban al igual que a varios de sus vecinos.

La desgracia de don Crescencio la acrecentó ésta intempestiva creciente, pues aún no tiene edad para ingresar al apoyo de Adultos Mayores, está muy viejo para recibir una beca Benito Juárez o la otra de Jóvenes Construyendo el Futuro (que muchos lo construyen en bares o depósitos de cheves).

Tampoco tiene las 2.5 hectáreas para accesar al programa de Sembrando Vida, ni mujer que lo mantenga, ni perro que le ladre; no tuvo hijos porque lo encampanaron a hacerse la vasectomía sin bisturí, que porque hacían falta clientes y necesitan llenar la cuota.

Don Chencho se las ve negras, muy negras, pues es de piel oscura, descendiente de africanos y así lo confirma cuando se mira en el espejo; también se las ve negras para conseguir chamba.

Los únicos estudios que tiene son una radiografía y una laparoscopia, cierto que alguna vez en su vida presentó un examen, pero fue de orina y salió reprobado con 5 de ácido úrico.

Sin embargo, él hace un poco de todo, a veces hace verde, otras amarillo y comúnmente café; pero no siempre le compran, y la comida o el café se le echan a perder, y es que a decir verdad, no tiene buen sazón.

De todas maneras don Chencho se las busca de una u otra forma, lo malo, es que nunca se las encuentra, y la inundación no le vino mal, porque cuando menos se bañó, llevaba meses sin hacerlo.