CÁBALA

 

Si bien la psicosis colectiva es un fenómeno social reflejado por la percepción de una amenaza inminente que suele ser invisible y que puede ser real, lo ocurrido en la víspera de la navidad en el trópico, tiene algunas bifurcaciones que la sociedad continúa desentrañando en redes sociales.

En principio de cuentas, la reacción de la población al fenómeno de inseguridad que se ha vivido en los últimos días en Tabasco ( y que no se ha ido), puede ser considerado como “normal” producto de un  estrés colectivo que viene desde la pandemia del covid 19, pasa por los problemas de inseguridad en el país y nos llega mediante acciones concertadas de “células delictivas”.

La distorsión de la realidad en masa es peligrosa para el Estado, por percibir un escenario de indefensión ciudadana con el ingrediente de una presión social con alto grado de influencia.

En principio de cuentas, nuestros genes se activan ante la sensación de peligro como un acto puramente instintivo, alentado ademas por la ausencia del Estado a eventos de inseguridad y que es ocupado en este caso por redes sociales.

Es decir, el Estado no alertó a la población en las primeras acciones delictivas como quemas de vehículos, lo hicieron las “ benditas” redes sociales; en un segundo plano, la psicosis generada por el primer “ataque” solo detonó la histeria general, con la distorsión de la realidad, “sin disparar un solo tiro” al día siguiente.

Y es aquí el primero error del Estado, “una bandita local” no tiene la capacidad para detonar este tipo de escenarios y poner de rodillas a las instituciones de seguridad. “Generar incertidumbre” pues, en una acción concertada y de los alcances que conocimos en Tabasco es de “alto poder”.

Una respuesta institucional ante este tipo de situaciones, requiere atender  información de medios especializados y de confianza en los gobiernos y sus representantes, pero en el caso de Tabasco, hay aristas sin pulir en estos dos rangos.

Dejando a un lado la lectura “ que se ve” en los sucesos violentos en el trópico, no queda más que desentrañar la lectura que no se observa a simple vista.

Tabasco y el país, están en un proceso de transición política a cinco meses de las elecciones del 2024 y  a 9 meses de cambio de administración federal y estatal. Los sucesos violentos se presentaron además a escasas horas de dar a conocer el resultado del partido gobernante para seleccionar a sus candidatos locales y federales.

Luego entonces, los sucesos toman otra dimensión y se “perciben” – abusando de la palabra- en un mensaje directo de “banditas locales”, previo a la vacaciones decembrinas del Presidente de la República en el sureste de la República.

Quienes conocen de la delgada linea que sostiene las acciones del gabinete de seguridad, “perciben” también que alguien “tiene que pagar los platos rotos” en este desorden institucional.

Antes desde luego, de un tercer mensaje.

Kybalión.- Pues comentan por los rumbos de palenque que la “barredora” no es tan poderosa, si la colocaron de rodillas en tan solo 36 horas.

¿Alguien sacará la escoba antes del 28 de diciembre?

 

Veremos.

Por Daniel Castro

Licenciado en Psicología, reportero, columnista. Larga trayectoria profesional, comenzando en el diario Avance, y siguiendo por Novedades, Presente, Tabasco al Día, Tabasco Hoy y hasta la fecha en Diario de Tabasco con la columna Cabala.